lunes, 6 de agosto de 2012

29. (concurso) VIDA FUGAZ



Estela camina por la acera y busca con la mirada a Fernando. Se retrasa. Llama su atención una furgoneta aparcada en lugar prohibido y ve al conductor que le sonríe de forma diabólica.

El fogonazo hace que todo lo que le rodea se paralice. El estruendo traga todo el ruido de la calle. Fernando que se encuentra al otro lado de la calzada llega a su lado. Coge con mucho cuidado la mano que Estela le ofrece, su mano en la que hasta ahora ni siquiera ha reparado que le faltan dos dedos. No deja de mirarlo. Lo único que le amarra a la realidad es ese olor a quemado y un dolor difuso difícil de ubicar. Entre el bullicio y el humo, distingue las llamaradas que devoran los coches, bultos inmóviles varados en la humareda como piedras en la niebla, voces quejosas y  maldiciones para el mal nacido por crear esa situación . Luces anaranjadas que se encienden y se apagan con un constante “io... io.. io...”, cada vez más cerca.

Fernando la mira con los ojos borrosos por las lágrimas, sin saber qué hacer, ni qué decir. Le aparta de la cara pequeños restos de cristales y piedrecillas. Acaricia su mejilla con la intención de que le sirva de consuelo.

         Como en un destello Estela ve a sus padres y su hermana llorar desconsoladamente. Cuando tienen el valor de mirarlas, mojan con sus lágrimas sus fotos; reviven aquellos momentos que se hicieron inmortales a través de la cámara. Comienzan cuando era muy pequeña, hasta llegar a la última que hizo en las navidades en que presentó a Fernando como su prometido.

Alguien se acerca hasta ella con las manos envueltas en guantes. Advierte en sus profesionales ojos, la misma mirada que tenía Fernando cuando se le acercó : el espanto que ella no percibe; sin embargo, no siente apenas dolor y nota cómo se mueven sus labios, aunque no consigue escucharlo. Fernando intenta soltarla para dejar paso a los sanitarios, pero le retiene con toda la fuerza que en ese momento puede ejercer. Con voz débil le suplica que no se le ocurra dejarla, que se quede hasta que sus pulmones ya no recojan ni una gota de aire. Su mirada se queda perdida. Y sin saber porqué, recita mentalmente:

“Tan oscura como negra es la noche en un mundo enorme como solitario, con multitud de ojos que miran a mi paso.                

Oscura es mi alma en esta tierra de nadie. Un golpe de suspiro surge de  mi  corazón.

Miradas  perdidas que  me observan,  extraños seres que invaden mi espacio estrangulando el llanto  de  la  vida con la  voz de  un  susurro perdido, que demuestra mi falsa soledad.

Mi presencia camina de  puntillas por  este mundo”.



Seudónimo: ALMA

4 comentarios:

  1. Intenso relato, Alma, me ha gustado. Suerte.

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  2. ufff, qué relato más duro, me ha recordado a los atentados terroristas... perfectamente escrito porque duele leerlo.

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  3. Sí, un relato duro, triste y bien trabado. Suerte!!

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