Sorbió otro trago de café y aquel bigote -que poblara de hiel cada palabra pronunciada en veinte años de matrimonio- se contrajo en una mueca repentina.
La taza cayó sin estrépito contra el suelo.
Ella abandonó la mesa y recorrió los metros de moqueta que la separaban de una nueva vida, sin remordimientos.
Duro, muy duro y explicito el texto... Lo breve siempre es esclarecedor.
ResponderEliminarVeinte años no es nada, dice una canción, pero demasiados para aguantar tanto desamor. Muy bien, Geli.
ResponderEliminarMuy bien, sin remordimientos!!
ResponderEliminarMe alegra tu regreso. Buen micro.
ResponderEliminar¡Geniaaal! Me ha encantado, no necesita más palabras, tiene profundidad, intriga, sutileza..., ¡ enhorabuena!
ResponderEliminarY punto! Muy bueno, Geli!! Un abrazo!
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