domingo, 12 de agosto de 2012

33. (concurso) EL SUICIDA



Imagina que eres un importante empresario. Imagina que tienes una esposa perfecta, dos hijas preciosas y un perro con pedigrí. Imagina que vives en una amplia casa unifamiliar, con piscina, en una zona residencial con seguridad. Imagínalo. Imagina que lo tienes todo. Y ahora imagina que tu fabuloso imperio se derrumba por una vida de puterío y lujo. ¿Puedes imaginarlo?. Bien, ahora imagina la cara de tu mujer y los comentarios de tus amigos y familia si se enteraran. ¿Lo imaginas?



Manuel imaginó la vergüenza, el deterioro, la miseria y pensó que quería morir antes de vivir con aquella devastadora situación. Pero un suicidio no pagaría el seguro y eso, eso le llevó a mí.



Yo soy uno de esos hijos de puta que anda tirado por las calles, el que violaron en el reformatorio. Soy el politoxicómano de constantes ingresos en urgencias. Yo soy ese. Y con todo, nunca pensé en quitarme la vida.



Aquel burguesito  estaba tan acostumbrado a que su dinero arrodillara a sus semejantes, que ni siquiera se amedrentaba en un barrio del que huían hasta las ratas. ¡Qué cabrón!



Subo al coche y me dirijo a la urbanización. Las luces de la vivienda dicen que sus ocupantes están despiertos. Me siento junto a la puerta y espero lo inevitable, los ladridos harán que el dueño abra la puerta para reprender al can. Del empujón inicial mi viejo amigo el empresario cae de espaldas en su recibidor, mi pistola le apunta en silencio. Su mueca de sorpresa se truca en un mohín de reproche; su familia está en casa, ese no era el trato. Su inmaculada mujer se sobresalta, sus hijas se sobresaltan. Todos se sobresaltan menos yo, y es una pena, me gustaría sentirme humano.



Diles por qué invocaste a un demonio como yo. ¡Díselo o las mato!. Y el horror que modela el rictus del caído. Un segundo de duda. Dos. Tres. Y mi pistola que apunta al tembloroso trío femenino. Y Manuel comienza a balbucear, a llorar, a desarmarse, toda aquella fachada de seguridad se derrumba y su entrecortada voz empieza a desgranar una historia de vergüenza y vicio.

Me siento en el brazo del sofá y vomito mi verdad. Llevo toda mi puta vida no siendo otra cosa que un hombre salvaje, libre y vagabundo, que no es otra cosa que un marginal desecho delincuencial. Sin opción a otro tipo de vida. Hasta que un día, un ciudadano inmaculado, un ser sin mala conciencia, me dice que su mala suerte lo llevo a la ruina y que no pudiendo soportarlo decide comprarme para calmar su dolor. Señalándole con la pistola grito. “¿Qué se siente siendo una bestia?. ¿Dime?. Se siente mala conciencia, ¿verdad?. No hay dinero que compre la calma, ni el descanso. Sin embargo, hay una manera de eliminar la mala conciencia, ¿quieres que te la muestre?.

Aprieto el cañón contra mi sien y hasta me parece escuchar el chasquido del percusor...

EL BURGUESITO






3 comentarios:

  1. Madre mía, madre mía!!! Para ser de verano es....uffff, muy terroríficamente real

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  2. Dura historia de cobardes y mezquinos personajes. Muy parecidos los dos y por desgracia, frecuentes, llevados al extremo... La tensión se mastica hasta el final.

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  3. Sí es una historia tremenda, llena de violencia. Suerte.

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