miércoles, 8 de agosto de 2012

31. (concurso) CUADERNOS EN EL CAJON


Lo cierto es que los días de verano pasan a un ritmo vertiginoso, pero bueno, de eso, todo el mundo se ha dado cuenta alguna vez.
También es igualmente cierto que a cada verano que asoma a la vuelta de la esquina todo el mundo se propone ciertas metas a cumplir con tal de hacer ese verano inolvidable, extraordinario…, en fin, diferente a los otros años.

Sin embargo, esos cuadernos plenos de ilusiones y objetivos, de metas que parecen a simple vista inalcanzables, se quedan olvidados en un cajón, que tan solo vuelve a abrirse, para no desanimar a nuestra alma cavilante, la primavera siguiente con el objetivo de aportar nuevos sueños que cumplir.


Todos lo hemos hecho alguna vez, y quien diga que no miente como un bellaco. Todos hemos ido, sino las ultimas semanas de primavera, los primeros días de verano, a comprar a la tienda de la esquina un cuaderno con pocas luces para plasmar nuestras ilusiones y desahogar nuestras ansias de volar. Todos, absolutamente todos, hemos brillado por un instante rasgando algunas hojas con la punta del lápiz bien afilada, para dejar huella en cada letra, y marcar bien cada idea que brota y revolotea a nuestro alrededor.
Pero, por desgracia, a cada año que pasa somos más conscientes de que el verano no es nada especial. El verano, al igual que cualquier otra estación del año termina por pasar, y nos deja hambrientos de deseo, hambrientos de objetivos que cumplir, simplemente hambrientos y con ganas de vivir un poco más…

Aún así, he de admitir que el verano es mi estación favorita. Pese a los sueños incumplidos, pese a los cuadernos que pasan frío abandonados en un cajón cerrado bajo llave, pese a los días que se esfuman como espuma entre los dedos… Pese a todo, adoro el verano.

Ya sea por los sueños que florecen, que animan la vida con la magia que poseen, ya sea, ¡qué sé yo! por ese calor que desespera, o por esos días largos, que impiden a la noche reinar como quisiera, o por esas playas animadas que meditan en el horizonte y acunan a los acalorados que se zambullen en sus olas, ¡quién sabrá por qué lo adoro! Simplemente me encanta ¿y a quién no? Aunque maldigamos una y mil veces al calor desesperante, lo demás nos reconforta, nos da alegría. Con tan solo levantarse, aún estando plenos de sudor, con la luz con que nos acoge el día ya nos alegramos.  También nos alegran los helados ya sean de hielo o de crema y cucurucho, también el río fresco, la piscina, las actividades a realizar, las nuevas amistades…
Al fin y al cabo, hemos de admitirlo. El verano, pese a no cumplir los sueños, y pese a almacenarlos en un cajón, nos alegra la vida sin saberlo.


AVARIM




5 comentarios:

  1. Sin duda es una gran estación y creo que es la preferida de la mayoría. Tu historia me ha acercado los veranos de mi infancia, entre esos cuadernos que mencionas, yo dibujaba o esbozaba poemas en ellos.

    Suerte.

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  2. Es verdad...¿qué tendrá el verano? Algunas cosas ya las mencionas en tu relato. Buena suerte,Avarim.

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  3. Ciertas las promesas que encierran los veranos y que quizá sean recuerdos de infancia en que eran largos, largos y apartados de la rutina. Para los adultos parece que nada es suficiente. Yo también adoro el verano. Suerte, Avarim.

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  4. El verano tiene desinhibición, osadía, atrevimiento y también caos... del caos nacen las ideas y de ellas esos cuadernos que tanto nos alegra recuperar en cada traslado de casa o limpieza general.

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  5. Muy bien narrada esa sensación fugaz de felicidad veraniega.

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