Colgó el uniforme
dentro de su taquilla y observó el reloj, en cinco minutos empezaban sus
vacaciones y en tres horas salía su vuelo. Sus compañeros le habían deseado un
buen viaje, algunos de ellos ya habían visitado aquel lugar de ensueño.
Amaneceres espectaculares, animales sorprendentes y salvajes, parajes sin
explorar, ríos secos y cascadas abundantes, hoteles de ensueño con un sinfín de
actividades…
Desde luego sus
compañeros de trabajo sabían venderle su propio viaje: -" Desearás no
volver "-, le habían dicho, él no estaba tan seguro.
-"¿Ya te
marchas"?- Le dijo un compañero que asomó su cabeza por la puerta del
vestuario. Él asintió levemente y sonrió. -"Lo vas a pasar en grande, yo
fui hace dos años y nos trataron fenomenal en el hotel, la comida era estupenda.
Es una tierra de muchos contrastes"-. Aquello era todavía más irónico
pero volvió a sonreír y cerró su taquilla.
Observó de nuevo su
reloj. Las cinco en punto, hora de salir. Recogió sus herramientas de trabajo,
algunas de ellas eran suyas, otras le había dado permiso el director para
llevárselas, sabía que todo era necesario para su viaje de “ensueño”.
Salió y se despidió.
El avión sobrevoló el continente dejando ver unas tierras secas, desiertas y
bañadas por un sol agotador. Cuando aterrizó el sonido de los mosquitos le
retumbó en la cabeza, había tenido que vacunarse de una gran cantidad de
enfermedades que podrían afectarle en todo el mes de su estancia, pero no le
importaba, el viaje merecía la pena. Cuando salió del aeropuerto una furgoneta
le estaba esperando, de ella salió una mujer de pelo castaño, con evidentes
síntomas de cansancio y la piel quemada por el sol.
-"Gracias por
venir"-. Dijo ella, -"No todos conocen África del mismo modo y los
niños a los que usted va a operar no son los atractivos turísticos que le
enseñarán en los folletos de una agencia de viajes "-. Sonrió con una
ternura casi maternal.
Aquella mañana le esperaban
dos niñas, una de ellas había pisado una mina anti-persona y tenía la rodilla
destrozada, seguramente habría que amputarle la pierna, a la otra le había
quemado parte de la cara y el cuello. Desde luego aquel verano iba a ser
diferente.
Saori
Sin duda unas vacaciones muy diferentes e inolvidables. Seguro que vuelve. Me ha gustado mucho. Suerte.
ResponderEliminarTierna, muy tierna historia y preciosa. Si, seguro que vuelve
ResponderEliminarLa generosidad es difícil de explicar... se vive!!!
ResponderEliminarCuánto mérito tienen esos médicos y voluntarios que mientras los demás pensamos cómo divertirnos, utilizan su tiempo libre en mejorar vidas ajenas.
ResponderEliminarSuerte.
Jo, qué vacaciones idílicas. Pero es valiente quién hace eso y ayuda a esas personas, mientras otras toman daiquiris en el Caribe...
ResponderEliminarFELICIDADES por haber quedado finalista. Muy merecido reconocimiento.
ResponderEliminarBesos.
Enhorabuena por ser finalista!
ResponderEliminarMuchas gracias a todos. ¡Ha sido una gran sorpresa!
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