Anneka
caminaba despacio por la orilla de la playa. Las oscuras y fétidas olas dejaban
su incierta huella en la brillante arena color antracita. Levantó, durante breves
segundos, la visera de su casco protector; el oxígeno era escaso. Le pareció ver
un extraño objeto semienterrado. Se agachó y lo cogió entre sus inflados guantes.
Contempló lo que parecía una botella de vidrio color marrón. Ya no se usaba ese
frágil material. Le dio algunas vueltas, parecía contener algo en su interior
pero…no sabía cómo abrirlo. Decidió llevarlo al laboratorio más cercano. En los
tiempos que corrían, nadie manipulaba cosas de las que no se conociera su
procedencia.
Al entrar en el recinto, pudo prescindir del casco. Allí el
aire era sano. Cuando vieron lo que traía entre sus manos, le animaron a
dejarlo sobre la mesa de estudio para analizarlo convenientemente. Anneka y las tres personas restantes se
quedaron en silencio. El de más edad, separó del cuello de la botella el
pequeño y húmedo tapón hasta que su contenido cayó sobre la suave superficie. Se trataba de
un envoltorio de plástico, debía ser muy antiguo. El plástico había dejado de
utilizarse, ya que las reservas de petróleo habían sido esquilmadas hacía
muchas décadas. Entre el obsoleto material, se encontraba, doblada, una inscripción.
Estaba escrita en inglés, idioma universal. La tinta estaba borrosa, inexistente
en algunas líneas; la mesa escaneó la nota automáticamente. También sustituyó
los espacios imprecisos por palabras convenientes al tono del mensaje: “ Miami,
mayo 15/ 2015. Me llamo Martin, tengo doce años. Sé que estos mensajes pueden
viajar durante mucho tiempo arrastrados por las corrientes. Me gustaría decirle, a quien lea esta nota, que
estoy muy triste porque en la Tierra apenas quedan bosques. La mayoría de las
especies marinas y terrestres están en peligro de extinción y los gobiernos no
parecen darse cuenta. Tal vez, ustedes puedan encontrar una solución”.
Las cuatro cabezas, instintivamente se giraron hacia la pared
que mostraba: Alesund (Noruega) enero 2227. Anneka dijo: “No sabía que quedaran
bosques en el año 2015”.
Perfecto dominio del tema, Amparo, muy bien escrito, así que también le das a la ficción futurista, me dejas sin habla!! Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Malén. Se me ocurrió a causa de todos los incendios que estamos teniendo este verano.
EliminarAmparo, me has dejado igual que a Malén, sorprendida. Me ha gustado mucho tu relato futurista, aunque sea horriblemente triste y pesimista.
ResponderEliminarGracias, Wisita.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, pero me dejas muerta matada... espero que tengas poco de bruja/adivina... Un beso
ResponderEliminaryo también lo espero
EliminarVaya Amparo, has sacado la vena futurista, esperemos que no se cumpla tan triste panorama.
ResponderEliminarUn beso.
Muy bueno, Amparo.
ResponderEliminarJo, Amparo, me dejas asombrada. Felicidades.
ResponderEliminarGracias, wapas.
EliminarAcabo de leer tu relato, Amparo y tengo que decirte que me ha encantado. Me gustan los mensajes que atraviesan el tiempo para decirnos algo.
ResponderEliminar