Solo quedaba un día
para que terminase su verano. Sara había pasado sus quince años veraneando en
la playa con su familia, pero aquel año había sido diferente, ella quiso que
fuera diferente. “Aquí nadie me conoce”-. Pensó, “Puedo ser yo misma”-.
Había conocido un
grupo de chicos. Durante todo el verano había ido con ellos a fiestas, a las
calas a bañarse e incluso uno de ellos le había expresado sus sentimientos.
Aquello estaba fuera de su vida normal, era un sueño hecho realidad que se
rompería al día siguiente, cuando volviese a su colegio. “Tan solo un año más “-.
Pensó apesadumbrada. “ Solo uno más y saldré del infierno para no volver, todo
será como aquí, una vida nueva “.
Su madre se acercó y
la estrechó entre sus brazos.
-
Creo que tus amigos te van a preparar esta noche una
fiesta de despedida – Le dijo.
Lo había imaginado
pero no quería estropearles la sorpresa.
-
Tendrás que estar guapa, podrías ponerte el vestido que
te pusiste en la fiesta del colegio el año pasado.
Sara sonrió y se
levantó de la hamaca. La playa estaba tranquila aquella mañana. Recordaba aquel
vestido. Un precioso vestido blanco, con vuelo y ceñido a la cintura, con unos
bonitos tirantes finos. Se lo puso en la fiesta de fin de curso del año
anterior. Por suerte su madre no llegó a ver como quedó el vestido después de
la fiesta. Aquella noche la había pasado llorando en casa de su tía. Sus
compañeros de curso la habían esperado a la salida del colegio con spray de
graffiti, después de un par de empujones acabó en el suelo con el vestido roto
y hasta arriba de pintura. No se lo dijo a sus padres entonces y no pretendía
hacerlo en aquel momento.
-
Mejor otro vestido mamá, tengo mucha ropa y es muy blanco
para salir de noche, no quiero estropearlo.
-
Como quieras. Desde que estás aquí te noto distinta
cariño, estás mucho más alegre que en la ciudad, quizás te venga bien que
pasemos aquí los fines de semana, ¿Te gustaría?
Sara se giró y observó
a su madre con un brillo en la mirada. Aquello haría que el año pasase volando
y le daría valor para enfrentarse a sus compañeros, ahora sabía que ella no era
el problema, había conseguido ser ella misma y allí en el calor de la playa la
habían tratado como a una más. Ya no dejaría que le pegasen en clase, ni que le
robaran la ropa en los vestuarios, o le insultasen…
Aquella noche se puso
un vestido verde, verde esperanza, sus amigos la recibieron con pancartas, le
habían hecho una foto tamaño póster en la que aparecían todos en la playa y por
detrás todas sus dedicatorias. Carlos se le acercó tímido como siempre y la
besó.
Aquel beso a Sara le
supo a verano.
Saori
Saori
Un beso con sabor a verano y una vida que espera mejorar a travé de él. Un relato cargado de esperanza.
ResponderEliminarSuerte Saori.
Son geniales los besos con sabor a verano, siempre se quedan en nuestros recuerdos.
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