Cuando el día llegó a su fin, la luz de la
luna bañó el lugar donde estaba acampando, inundándolo todo con un resplandor
grisáceo, mientras a lo lejos, iba apareciendo una misteriosa sombra espectral.
Inmerso en esa soledad, se acostó en la
carpa porque quería dormir, pero no pudo conciliar el sueño en esa noche tan calurosa
y entonces, decidió sentarse afuera.
De pronto, observó que aquella sombra estaba más cerca y
era de un ser esbelto que se movía ágilmente y en cadencia, con ojos brillantes
que se encendían y se apagaban. Se le acercó y le dijo con su horrible cara que
era el vampiro de esa zona y que se sentía feliz de haberlo encontrado.
- Se que eres un hombre limpio que vienes de la ciudad y
trabajas en un hotel con aire acondicionado.
- No entiendo bien porque no fuiste al poblado, le dijo él,
sólo por casualidad decidí pernoctar esta noche en este lugar solitario. ¿Será
que le temes a alguien?
- Se ve que en verdad eres un ser de la gran ciudad - dijo
el vampiro, de lo contrario sabrías que jamás, en toda la historia del mundo,
ningún vampiro ha temido a nadie. ¿Por qué debería tenerle miedo a alguien?
- Es posible, dijo él, pero se sabe que muchos se
defienden y los abaten con estacas de madera en el corazón y los enfrentan con cruces.
- No es ese mi problema, replicó el vampiro, mi desgracia
es que sólo puedo utilizar mis colmillos para saciar mi apetito de sangre, pero
en esta zona la gente trabaja en verano de sol a sol, y da ganas de escupir
percibiendo su olor a transpiración y cuando alzan los brazos en sus sobacos,
se abren las puertas del infierno.
-¿Entonces, qué piensas hacer? , le preguntó él.
- Por suerte podré disfrutar de tu sangre, pero no te preocupes,
tú no tendrás todos estos problemas.
De buena gana, hubiese intentado huir, pero el vampiro lo
tenía sujetado de su camisa y debió permanecer sentado. Luego el vampiro, hundió
sus colmillos en la tierna carne del cuello y ya en la primera incisión había
encontrado la arteria y entonces, disfrutó sorbiendo embelezado el sabor del
encuentro con la sangre, madre y sustento de todos sus placeres.
La presencia de ese hombre limpio de la ciudad lo
hechizaba y el vampiro gozó hasta el hartazgo en una borrachera de sangre. Y mientras el cuerpo del hombre comenzaba a morir, su
existencia poco a poco se fue transformando y comenzó
su renacimiento. Una pálida y tétrica figura emergió del cuerpo de él, convertido
ya en un nuevo y reluciente vampiro.
Entonces, el nuevo vampiro alzó la
vista, se despidió con una sonrisa y con una sed incipiente de sangre se
dirigió rápidamente a las habitaciones del hotel con aire acondicionado de la
ciudad donde trabajaba, a cumplir muy feliz con su primer cometido en aquellos
cuerpos limpios, que siempre usan desodorante.
Aliver
Habrá que vigilar con quién topamos por los pasillos de algún hotel!! Me ha gustado!
ResponderEliminarEstamos rodeados de vampiros, este , al menos, es limpio y reluciente. Suerte, Aliver.
ResponderEliminarBonito relato vampiresco. Me gusta.
ResponderEliminarInteresante historia. ¡Me gusta!
ResponderEliminarExisten tantos vampiros sin colmillos visibles que cuando llega uno que es lo que parece casi se queda una más tranquila...
ResponderEliminarLo siento, los vampiros no me producen ningún sentimiento. No me dan miedo.
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