martes, 31 de julio de 2012

24. (concurso) FIN DE CURSO


 por Romeo 

Me costaba fingir pero lo hacía, concentraba todos mis esfuerzos en parecer tan contento como el resto de mis compañeros. Lo contrario sería cuando menos, chocante. Acababa el curso y comenzaban las vacaciones, el verano despuntaba y como aperitivo, el sol amenizaba nuestros recreos con la calidez de sus abundantes rayos.

Las notas finales colgaban sonrisas, gritos de alegría, lágrimas o preocupación en nuestros rostros, pese a ello, el sentimiento general era de alivio. Fuese cual fuese el resultado teníamos por delante una rutina diferente.  Los profesores tampoco conseguían disimular su buen humor, en ese punto coincidíamos.

Como iba diciendo, tenía que esforzarme para mostrarme feliz y concentrarme en encontrar suficiente aire para poder respirar y, conseguir que al menos una pequeña concentración de oxigeno, nitrógeno y argón, pasara por el angosto hueco que la bola de mi dolor dejaba en mi garganta.

Me esperaba un largo verano. Interminables días de soledad. Rebuscaría entre las páginas de mis apuntes sus anotaciones sobre una frase mal construida, un verbo mal empleado, un análisis sintáctico en el que sus correcciones con su elegante caligrafía me la acercaran un poquito. Quizá lograse mantener vivo el recuerdo de los movimientos elegantes de sus manos escribiendo con agilidad en el encerado, o el de los hoyuelos que su franca sonrisa coloca junto a su boca iluminando su rostro, puede que acudiesen nítidos a mi reclamo burlando esa opacidad con la que el paso del tiempo emborrona el límpido cristal de las vivencias.

Desearía cerrar los ojos y estar en septiembre.

Ella no entiende cómo he podido suspender la última evaluación. Me llamó para hablar conmigo a solas, para ofrecerme su apoyo. Hasta me dejó su teléfono por si tengo alguna duda. No se explica qué me pasa, dice que soy uno de sus mejores alumnos. Me encantó ver un rictus de preocupación en su rostro mientras cogía entre las suyas mi mano: ¿pasa algo?, ¿tienes problemas? Mi respuesta ha sido un leve arqueo de mis cejas y un frunce en mi boca, es un gesto muy ensayado que me hace parecer adulto y me da un aire interesante y misterioso.

Ha merecido la pena el suspenso, la fecha para verla está más cerca y su número de teléfono es un tesoro que tiembla en mitad de un folio en blanco.

8 comentarios:

  1. Bravo por este Romeo, me ha encantado.

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  2. Hay que ser adolescente para hacer trampas tan tiernas...Demasiado largo el verano para este muchacho que cree haber encontrado su ángel. Muy chulo.

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  3. ¡Plas, plas, plas! Historia muy bien contada. ¡Mucha suerte!

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  4. A esa edad ¿quién no se ha prendado de algún adulto? Profesores, amigos de hermanos..., nos muestran la supuesta madurez que perseguimos, sin duda, los profesores sobremanera.

    Abrazos.

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  5. Quién no se ha enamorado alguna vez de su profesor o profesora, jeje

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  6. La adolescencia, época de locuras si te enamoras. ¡Muy bonito!

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