Al fin he conseguido papel y lápiz para narrar las
extraordinarias circunstancias que me trajeron a este lugar y, de paso
revivirlas con la misma intensidad.
Llegué a La Habana una tarde del pasado julio. Me
alojé en el Nacional. En cuanto dejé mis pertenencias en el cuarto, salí a
perderme en el laberinto de sus callejuelas. El sol azotaba mi piel en la que
me parecía una isla encantada. Divisé el Malecón al fondo y el mar apareció ante mí, como si lo viera por
primera vez en mi vida, estriado de azules cobalto, esmeralda, azur y marino y
otras tonalidades cuyo nombre desconozco.
Entonces la vi, quieta en un espacio que me pareció el
centro del Universo, y se grabó para siempre en mi retina desafiando las leyes
del tiempo. Era muy joven, morena, de grandes ojos negros, media melena suelta
agitada por el viento y unos labios voluptuosos que tenían el sabor de la
canela , según supe luego. Brillaba toda ella como si el sol le brindara uno de
sus rayos.
-Busco el número uno -me dijo.
-Pues estás de suerte porque ese soy yo.
-Ja, ja, ja, -rió mostrando sus blanquísimos dientes-
quería decir el número uno de la calle.
Su risa acabó de enloquecerme y la vi todos los días
sumido en un éxtasis que me conducía ciegamente hacia mi destino.
Un año, ocho meses y veintiún días aguardaré en esta
celda y después seguiré esperando pacientemente hasta que ella cumpla los
dieciséis.
Guillermina Cabrera
Buen final de vacaciones, prisionero del amor y de la ley. Me ha gustado mucho, Guillermina.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Guillermina. Un duro final, para un escarceo de verano. Siempre se ha de preguntar la edad. Pero hay veces que, aún preguntando, te pasa lo que al protagonista...
ResponderEliminarBonita historia, Guillermina. La descripción de los variados colores del mar bajo el efecto de los rayos del sol y su influencia en el rostro de la adolescente me han llevado al famoso malecon de la Habana. Con el detalle que haces de la exhuberante belleza de la joven, pienso que bien vale una cadena perpetua. Enhorabuena
ResponderEliminar¿Con que el número 1, eh? La modestía no era su fuerte, no.
ResponderEliminarDivertido y con un final sorprendente. Suerte.
Prisionero por doble partida: la pasión y la ley. ¡Menudo giro final!
ResponderEliminarBuen relato, no te deja impasible, todo lo contrario.
ResponderEliminarLa belleza, el calor,..., el viajero se pierde por todos los encantos que encuentra. ¡Suerte Guillermina!
ResponderEliminarEl amor todo lo puede. Es generoso, paciente e incluso, imposible. Me gusta la historia.
ResponderEliminarLa cárcel del amor, buen relato!!
ResponderEliminarHay quien por amor pierde la cabeza y la razón. Buen relato gillermina, mucha suerte
ResponderEliminarFinal inesperado. Me ha gustado.
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