Cuarenta años juntos… ¡casi una vida!
Me acuerdo cuando me viste en la
tienda y le pediste a tu madre que me comprara: te ibas a un campamento de
verano y me querías para poner las flores que recogías en el bosque en tu
mesita de noche. Le decías que los tarros de cristal eran feos y poco estables,
que tú querías un jarrón bonito de cristal fuerte. Tu madre intentaba disuadirte
diciendo que peso mucho como para llevarme en una maleta, pero tú te saliste
con la tuya y me comprasteis.
Desde entonces hemos sido
inseparables: te he acompañado en todas tus andanzas. En hoteles, trenes,
tiendas de campaña, en cualquier viaje y en cualquier país, te bastaba con
ponerme cerca de ti y llenarme de flores, ramas verdes u hojas encendidas de
otoño para sentirte en casa.
Cuando tuviste tu propio hogar, al
principio, me sentí triste. Sabía que siempre te habían gustado los jarrones.
Ahora que tenías dónde ponerlos, yo dejé de ser tu único jarrón. Cada vez que
encontrabas uno hermoso y diferente lo comprabas y lo traías a casa. Elegantes
cerámicas rusas, españolas, búlgaras, chinas y griegas, cristales tallados y
coloreados, cloisonnés de cobre esmaltado: yo me sentía burdo, una baratija
entre mis distinguidos compañeros. Temía que fueras a tirarme: solo era un
sencillo jarroncito de grueso cristal oscuro.
¡Qué tonto fui por dudar de ti!
Espero que sepas perdonarme. Era lógico que dudara: ya casi no viajas. Y,
cuando lo haces, ya no me llevas. Soy un jarrón para las flores silvestres, a
donde vas ahora, no hay muchas.
Pero me has puesto en un estante de
tu librería y, a veces, me acaricias y me hablas de los viajes que hemos hecho
juntos.
Y todas las primaveras vuelvo a la
mesa del salón, lleno de amapolas que tanto te gustan.
Muy bonito y original relato: ¡un jarrón compañero de viaje...! El más sencillo pero, finalmenteel,el preferido de tu protagonista. Así suele pasar la mayoría de las veces. Hasta con las personas.
ResponderEliminarSeguro que si ese objeto inanimado tuviera voz, diría algo así, es curioso cómo algunos objetos se cargan de sentimiento y destacan sobre otros.
ResponderEliminarAbrazos.
Me llama la atención que sea el objeto quien hable. Es interesante esa voz narrativa para un objeto inanimado. Es un buen recurso. Me gusta.
ResponderEliminarSvietlana, si me permites, te hago estas observaciones:
Tu madre intentaba disuadirte diciendo que peso mucho como para llevarme en una maleta, pero tú te saliste con la tuya y me comprasteis. Creo que es mejor: ...diciendo que pesaba mucho para llevarme en una maleta...(Es decir el verbo en pasado y sin el como)
yo dejé de ser tu único jarrón. (dejé de ser el único. Así evitas la palabra jarrón que se repite en el relato)
lleno de amapolas que tanto te gustan. (lleno de "las" amapolas...)
Un abrazo
Muchas gracias por vuestros comentarios:).
ResponderEliminarGeli, un agradecimeito especial, los verbos se me resisten todavía, igual que los artículos. Y la frase queda menos pesada.
Un abrazo cordial para todas.
Svietlana
Sin duda un jarrón muy pero que muy especial Svoeta. Un abrazo.
ResponderEliminarMe gusta esa fidelidad a los objetos que nos acompañan durante mucho tiempo y que significan mucho para nosotros. Y, por lo que parece, ellos también tienen sus sentimientos. Felicidades, Svieta.
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