Laura y Ramón son amantes. Laura no es la
querida de Ramón ni Ramón el querido de Laura, sencillamente están enamorados.
Se conocieron cuando se estrenó el verano,
se miraron y un arrollador tornado les envolvió hasta depositarlos en el séptimo
cielo. En este momento vagan sin sosiego entre la ausencia y lo furtivo.
Laura tiene tres hijos y un marido ciego de
amor por ella, pelean sus batallas como auténticos soldados en una guerra.
Ella consume el día esperando una señal, el
pálpito que le indique que Ramón no está lejos, que la evoca con la mirada y la
desea desde el alma. El calor es agobiante y su mundo se tambalea. Hace unas
noches habló con su marido, en la cocina, de pie, de cualquier manera y sin
demasiadas explicaciones. No se puede contar algo a quién no quiere saber.
Ramón, vive y sufre el asedio de su
familia, su ingenua conciencia le obligó a confesar a todos lo que le ocurría a
su corazón. Hábil, despreocupado y con promesas de papel ha conseguido esquivar
todos los frentes… Ramón tiene dos crías y una mujer con porte y aires de matrona
eficiente.
Sus encuentros son rápidos, apasionados, alimentados
por misivas escritas en papeles toscos e improvisados… Tienen sus códigos, sus símbolos
y sobre todo, tienen las ganas siempre a punto. Laura y Ramón se aman, viven su
milagro en un camino de tierra perdido junto al río.
Luna
Amores tórridos y furtivos para un verano caliente. Me ha gustado. Suerte, Luna.
ResponderEliminarUna gran dosis de pasión. Me ha gustado mucho! Saludos!
ResponderEliminarVaya, el amor y el verano..., esa eterna pareja.
ResponderEliminarSuerte.
El calor despierta instintos más atrevidos. Me gusta
ResponderEliminarAmor y pasión, mucha pasión. Chispas que despiertan a sus protagonistas del letargo en el que habían caído sus almas.
ResponderEliminarEs un relato de verano, sí señor.
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