El destino
Él estaba solo y ella también.
La amenaza constante de despido que
sobrevolaba la empresa en la que él trabajaba hacía que apenas tuviera vida
propia, todas las horas del día se iban en trabajo y más trabajo.
La multinacional donde ella se
ganaba la vida era cada día más exigente: mileurista y horas extras sin cobrar;
aunque, por supuesto, dando siempre las gracias por tener un puesto fijo en los
tiempos que corrían.
Las vacaciones los sorprendió a
ambos sin saber qué hacer con sus cuerpos sin programar. Optaron, en ausencia
de amistades o familia con la que compartir el ocio, por un viaje organizado a
una de esas playas paradisíacas de oferta estival garantizada. Necesitaban
respirar.
Cuando el avión les dejó en el
lugar de destino evidenciaron que el azar les había cruzado las vidas. La
maleta de él era idéntica a la que ella llevaba. Tras unos momentos de
confusión y tras comprobar el contenido de ambas, se encaminaron juntos hacia
el hotel. Desde entonces comparten playas, maletas y vidas.
MARINA
Una confusión con final feliz. Y la sombra del despido planeando sobre los relatos...Te sedeo suerte, Marina.
ResponderEliminarQuería decir "te deseo". Sedear: Dejar a un@ "sedao".
EliminarAl menos se encontraron el uno al otro para compartir vacaciones y derrotas. Suerte, Marina.
ResponderEliminarAl final se solucionaron, vacaciones y vida.
ResponderEliminarSuerte.
Un momento muy pero que muy "Nespreso" me gusta... me deberían pasar estas cosas más a menudo. Así, sencillo, fácil y frágil.
ResponderEliminarBonita historia!
ResponderEliminarMenos mal que estos entes de trabajo tienen suerte con su destino!!
ResponderEliminar¿Eran funcionarios? Solo es una pregunta, jajajjaja
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