Pseudónimo: August Gusteau
Habían pasado dos semanas desde aquella llamada que puso patas arriba su
vida. Su perfecta y ordenada vida: un trabajo de ocho horas, comer, la siesta,
un paseo con su mujer y sus guapísimos hijos impecablemente aseados y bien
alimentados y más tarde gimnasio y cena; acaso algo de televisión mientras Ana
acostaba a los niños… Esa era su vida soñada. Y ahora era real. Lo tenía todo,
hasta que se produjo la calamitosa llamada.
Ana había hecho un paréntesis en
su vida laboral para ocuparse de sus hijos (él presentía que el paréntesis se
convertiría en puntos suspensivos), sin embargo le sorprendió asegurando que no
iba a rechazar una oferta así. Y no lo hizo. De nada sirvieron sus argumentos:
era verano, las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina, la playa les
estaba esperando.
Allí estaba él, de vacaciones en su cocina, con una olla al fuego que
comenzaba a desprender un olorcillo bastante sospechoso, con Rubén lloriqueando
en sus brazos y agitando un biberón demasiado caliente.
El teléfono sonaba sin cesar: era Ana. Activó el manos libres.
-Cariño, soy yo ¿va todo bien por ahí?
-Perfectamente, todo controlado.
Algo hizo puff, puff, dentro de la olla: techo, suelo y paredes, se
cubrieron de espinacas, zanahorias y otros restos de verduras difíciles de
identificar.
-Me encanta ocuparme de nuestra familia cariño, es tan sencillo como
imaginaba…, dijo él haciendo un ímprobo esfuerzo para evitar el llanto,
mientras miraba el techo manchado con un pringue de verduras y otras materias,
que bien podrían ser restos de su rabia y su orgullo.
¡Muy bueno, Augus! La experiencia que narras deberían vivirla todos los hombres porque todavía hay muchos que ni se la imaginan. Mucha suerte.
ResponderEliminarVaya, un verano muy diferente al que tenía planeado le espera a este hombre. Espero la lección le sirva para valorar un poco más a su compañera y, a colaborar como le corresponde en el cuidado de su casa y familia.
ResponderEliminarAbrazos.
Hay que ver cuánto les cuesta a algunas personas reconocer cuan errados estaban. ¡Buena suerte!
ResponderEliminarPor una vez la que descansa en verano es ella (en términos generales, esperamos los comentarios de los hombres).
ResponderEliminarMuy bien contado ese cambio de roles. No son ellos los que suelen "trabajar" en verano. También es un trabajo nada valorado estar en casa cocinando, haciendo la compra, cuidando de los niños, la madre , la suegra, planchando....
ResponderEliminar¡Genial este relato tan "refrescante" de cambio de roles! ¡Suerte August!
ResponderEliminarMe parece una historia muy interesante. Me gusta.
ResponderEliminarJeje... yo me sé de uno que este relato le va a venir a dedo este verano!! Muy bueno! :)
ResponderEliminarTan real como la vida misma!!
ResponderEliminarUna historia diferente. Una emocionante manera de describir un día dificil. Genial!!!
ResponderEliminarjajajajaj, este me ha encantado, puff, puff, si es que a los hombres no se les puede mandar más de una tarea a la vez, jajajajaja. Muy bueno
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