Me despierto en mitad de la noche empapado en sudor.
Siempre me despierta el mismo sueño: una ventana iluminada por la tenue luz de una lámpara, estanterías repletas de libros se vislumbran detrás de los visillos. Entro en la habitación y voy a coger uno. Me siento feliz. Mi mano choca con algo, despertándome: el techo de la litera que está sobre la mía.
Miro mi ventana: la cubren gruesos barrotes.
Jo, Yolanda, qué duro el choque con la cruda realidad. Buen micro. Felicidades.
ResponderEliminarPara mí ha sido una verdadera lección para escribir micros.Genial.
ResponderEliminarMuy bueno,Yolanda. En serio. Como todo lo que haces, pero las ventanas no están "rodeadas" de barrotes, "tienen" barrotes, o está "cruzada"de barrotes. Es una pequeña apostilla. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Eufrasio, es lo que tiene la precipitación. :)
ResponderEliminarMuy buen final, siempre sorprendente!!
ResponderEliminarMicro y contundente.
ResponderEliminarSoñar (y escribir) siempre tiene algo de evasión, de escapar de la realidad. Magnífico relato Yolanda, muy, muy bueno...
ResponderEliminargenial Yolanda, y el final magnifico.
ResponderEliminarUn micro, si señor. Me ha resultado así como muy rápido todo, he sentido al leer la ansiedad del que está entre rejas.
ResponderEliminarBravo, lástima del final tan triste.
ResponderEliminarNo sabes Yolanda lo familiar que ha sido este relato para mí. Muchos internos sueñan eso mismo.
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