miércoles, 9 de noviembre de 2011
LA LUNA ROJA (0.0 relato raíz) [título provisional,con el permiso de Marco Antonio]
Atardecía. La lluvia comenzó a caer muy despacio, con la cadencia de una canción folk y con el ritmo con que se expulsa el humo de esos cigarrillos que se fuman por verdadero placer. La avenida principal del campus estaba completamente desierta, lo que le daba un aspecto a la imagen de dulce melancolía. Pensé en Juan, que ahora estaría tomando apuntes en la clase de Historia del Imperio Romano, con ese profesor que tenía la costumbre de repetir siempre la última palabra de cada frase: “La Cleopatra que todos conocemos es, en realidad, Cleopatra séptima, séptima” o “Octaviano se puso el nombre de Augusto, Augusto”. Pobre Juan, estaba claro que le debía una. Pero una película de Bertolucci es una película de Bertolucci, así que apresuré el paso y llegué al cineclub de la facultad. Me senté al final, como hacía siempre. No puedo decir que la pasión por este director de cine italiano fuera multitudinaria: siete personas en toda la sala. Pero entonces llegó el octavo pasajero, con su pelo corto, sus gafas de pasta, su cazadora vaquera y sus labios. Esos labios eran una invitación, un ofrecimiento a ser sellados por otros labios. Sentí eso que tantas veces se ha narrado en la historia de la literatura: lo que hizo sentir Shakespeare a Marco Antonio por Cleopatra (séptima, séptima); lo que hizo sentir Victor Hugo a Mario por Cosette; lo que hizo sentir Cervantes a Don Quijote por Dulcinea. Y las luces se apagaron y esos labios quedaron sumidos en la oscuridad del mundo. Los títulos de crédito de La luna comenzaron a desfilar por la pantalla.
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Muy bueno,desde luego. No esperaba menos de ti. Yo tampoco sé el porqué de que hayas escrito esto, pero tampoco importa eso... ¿no?. Lo que sí sé es que este es un buen pie para muchas historias. A ver lo que dicen los demás. Si me contengo en dar una réplica es por esperar que el resto dé sus votaciones.
ResponderEliminarBuenísimo como siempre. Felicidades.
ResponderEliminarMuy bueno, Marco. Y tú no te cortes, Eufrasio, adelante.
ResponderEliminarTe falta un título, ¿no, Marco?
ResponderEliminarLa luna de la foto de la escalera ha inspirado tu relato, del que me encanta la manera que tienes de llamar Alien a la chica del pelo corto y labios. Genial Marco.
ResponderEliminar¡Jo...lines! El octavo pasajero... y porque he leído la opinión de Fernando, menos mal que en la continuación no hize mención (bonito pareado)de la procedencia de la chica (?) si llego a decir que venía de Torrelodones....
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