Fue complicado lavarlo cuando salió de las entrañas de su madre. El agua resbalaba por su cuerpo y era imposible eliminar los restos de sangre y de placenta. Los doctos sabios de la medicina diagnosticaron “piel de extrema secreción oleoginosa”, repelente al agua, vamos. No pudo lavarse jamás con agua y por ello le gustaba tanto bajar desnudo al jardín cuando llovía; disfrutaba con las gotas de agua golpeándole la piel. Pero nunca sintió la sensación de mojado sobre su cuerpo.
Curioso, Eufrasio,muy curioso. Estás últimamente inspirado en relatos de fantasía y ficción. Que sepas que tienes un nuevo fan: mi hijo, le han gustado tus relatos especialmente. Tiene veintisiete años, no creas que es un adolescente.Cualquier día nos sorprende por aquí.
ResponderEliminarSí, este es sorprendente. Felicidades, Eufrasio.
ResponderEliminarAmparo, dile a tu hijo que le esperamos, que se anime.
Este es una idea no desarrollada para un concurso de relatos de ficción. Al final envié otro parecido pero que tenía más juego.
ResponderEliminarEufrasio estás muy inspirado y me alegro muchísimo. Un gran relato, si señor...
ResponderEliminarEstá muy bien!!
ResponderEliminarJoder qué bueno por correoso.
ResponderEliminarPuaj, me lo imagino sin poder arrancarse la mugre de su cuerpo, con costras y todo, agggggggggggggggggg
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