-Mamá, ¿quién es ese señor de pelo blanco que no para de moverse de un lado a otro?
-Va a hablar de un libro, hijo. (al menos eso me pareció entender a mi amiga Leocadia en su apresurada llamada invitándome al evento), ni siquiera me dio tiempo a dejar a Guille con los abuelos, espero que sea algo decente, apto para su edad, con esta chica nunca se sabe.
-Y, ¿qué va a decir?
-Algo bonito probablente.
-Tiene pinta de mago.
-¿De mago?, ¿por qué?
-Porque los magos suelen llevar el pelo largo y chaleco como él.
-No necesariamente, hay magos que visten muy elegantes con chaqué y todo.
-Ya, pero a mí me gustan más los que llevan chaleco, son más divertidos.
El hombre toma la palabra y siembra de expectación el espacio que ocupamos, todos le escuchamos interesados y entretenidos, prendidos de sus palabras nos sumergimos en la magia de las historias fantásticas de las que habla.
-Sí Guille, tenías razón. Es un mago.
Muy bonito tu relato, es verdad que parecía un mago. Mago y canalla, de momento.
ResponderEliminar¡Qué bonito,Yolanda!Parece que lo estoy viviendo, tu hijo y tú sentados delante de mi durante la presentación y mirando al mago.
ResponderEliminarPrecioso Yolanda. Los niños tienen una visión mucho más inocente y a la vez más inteligente que los adultos
ResponderEliminarEs cierto, tenía magia .Qué bonito, Yolanda!
ResponderEliminarEntrañable este, supongo, fiel relato de los hechos.
ResponderEliminarLo cierto es que no esta basado en nada real, el niño no es mi hijo (evidentemente con su edad, no haría esos comentarios), ni yo soy esa madre (yo sí sabía adonde acudía), lo más real de todo es la magia del momento creado por nuestro amigo hablando de nuestro libro. ;)
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