De niña, en el
colegio, siempre se burlaban de su nariz. Cuando llegaba a casa, le preguntaba
a su madre si era guapa, -claro que sí, eres muy guapa-, y le daba un sonoro
beso en la mejilla.
Durante la
adolescencia, su complejo de nariz prominente, era motivo de desasosiego continuo.
Pensaba que, cubriendo media cara con su pelo, pasaría más desapercibida.
Mientras sus amigas
andaban todo el tiempo pavoneándose de sus conquistas amorosas, ella, evitaba
todo contacto con los chicos de su edad.
En la universidad,
escogió la carrera de psicología, pensando que era la disciplina donde menos
hombres se matricularían. Pero... había unos cuantos y ella los evitaba todo el
tiempo. Dejó de ir a clase, no se presentó a ningún examen y mintió en casa.
Ella estaba
convencida de que no podía continuar así. Se miraba al espejo en la intimidad
de su habitación y lo único que veía era una enorme nariz entre unos bonitos
ojos, sobre unos labios carnosos y proporcionados y los cabellos rubios y
sedosos que caían sobre los hombros. -Tampoco era tan grande la proporción de
su fealdad, –pensó. A ello, había que añadir un cuerpo atlético y armonioso,
sus elegantes gestos y una voz cristalina que había podido educar en el coro
del colegio. Entonces…
Se puso el vestido
que mejor le sentaba y, con paso firme, salió a la calle. Entró en el
conservatorio de música que no quedaba muy lejos de su hogar. Un hombre y una
mujer, ésta última al piano, le hicieron varias pruebas de voz. -¡Magnífica!
Con esa cara y esa voz, llegarás lejos, no lo dudes…
Este relato lo escribí para el concurso ese de las narices. Creo que lo presenté fuera de plazo.
ResponderEliminarNo sé si los diálogos, en este caso, deberían ir entre comillas. Ya me decís algo.
Yo lo encuentro muy bien, no le falta nada. No te desanimes, en realidad son una pandilla de amiguetes y nosotras no somos de ella. A mí tampoco me eligieron ninguno de los dos que envié.
ResponderEliminarEso no me desanima. He leído algunos y son muy buenos. Voy a empezar un taller de cuentos en escritores.org, empiezo el lunes. Lo que me desanima, en realidad, soy yo misma, cada vez me exijo más y me doy cuenta de que es que no doy para más. Un abrazo Maga.
ResponderEliminarPues, tranqui, mujer. No te exijas tanto, hay que pensar que la escritura es algo lúdico, no te has de poner metas elevadas,lo hacemos para pasárnoslo bien. Poquito a poco vamos aprendiendo y mejorando. Un beso grande!!
ResponderEliminarAmparo tiene razón Magda en todo lo que te dice, yo tuve una etapa en la que me pasaba como a ti, pero lo cierto es que esto no es más que una afición (fantástica, eso si) que debe servir para hacernos más felices y mejores y no para pasar malos ratos.
ResponderEliminarEnhorabuena por tus inquietudes y tu afán de mejorar. Un abrazo.
El relato está muy bien aunque, sinceramente creo que se queda un poco floja la trama, respecto al tema central, pero no me hagas mucho caso.
Un abrazo.
Tienes razón Yolanda. Sobre todo, el final es muy malo. Pero mi lucha es que no quiero hacer relatos largos. Me gustaría hacer micros con sentido, pero no me salen. Bueno, tomad este como un ejercicio. No irá para el libro.
ResponderEliminarImagínate que el micro es un mini cuento, con principio, cuerpo y final. Si te sale largo, vas recortando por el medio, la paja, y al final te queda un micro redondo. Creo que ya te lo dije. A mí a veces me pasa lo mismo, me enrollo como una persiana o corro mucho para acabar el relato.
ResponderEliminarA mí me pasa lo contrario, no me salen historias largas, en la diversidad esta lo bueno. :)
ResponderEliminarAmparo el relato no está tan mal, a la hora de leer es todo muy subjetivo. A mí me gusta y lo principal es pasarlo bien y aprender poco a poco
ResponderEliminarYa sabes mi opinión, Amparo. ¿No te gustó mi sugerencia para el final?
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