Blanca bajaba todos los días por el sendero hasta el puerto seguida por su perro Storm desde hacía diez años. Después de
regar las plantas y frutales que tenía en el exterior de su bonita casa,
situada en la ladera de la colina, desayunaba en la terraza del bar y allí leía un periódico gratuito mientras miraba el trajinar de las mujeres de los pescadores que, en la
puerta de la lonja, reparaban redes o limpiaban las cajas del pescado.
Le gustaba comenzar el día sintiendo la brisa del mar y
recibiendo en su cara el cálido beso de los rayos de sol, sobre todo en
primavera. No faltaba ni un sólo día, si llovía se situaba debajo del porche, e
igualmente hacía en verano cuando ya desde la mañana, el sol mediterráneo
aparecía con fuerza.
Hasta ella llegaban las voces que traían palabras
desconocidas para los que no están familiarizados con los pueblos costeros.
Blanca practicaba con los vecinos su jerga, porque a pesar de que ella
disfrutaba aprendiendo, también la utilizaba en sus novelas desde el día en que
ella llamó cuerda a un cabo, y Diego, el patrón del Mastia, le dijo que a bordo
no hay más cuerda que la del reloj.
También bajaba puntual al puerto todas las tardes cuando,
desde su mesa de trabajo, veía los barcos acercarse rodeados de gaviotas en busca del pescado fresco. A veces tenía que correr si atisbaba que el Mastia iba de los
primeros, pues quería ser ella la que cogiera el cabo desde el muelle y lo
amarrara al bolardo con destreza mediante un nudo de ballestrinque. Entonces,
Diego, le sonreía con los ojos, saltaba a tierra y la abrazaba a la vez que
daban vueltas entre risas.
En los últimos dos años ya no le resultaba tan placentera
la lectura de la prensa pues siempre comenzaban los titulares con una dosis de
desaliento: terrorismo financiero, incremento de las diferencias salariales
entre directivos y trabajadores, planes de austeridad aplicados a la clase
obrera, recortes en sanidad y educación…
Un día recibió un correo de su amiga Lucrecia que le hizo
dar saltos de alegría por toda la casa, cuando se tranquilizó preparó un té,
puso la música bien fuerte y le contestó:
Querida Lu, no sabes lo que me alegra que al final estéis
de acuerdo y nuestros planes se vayan a hacer realidad.
He hablado con el alcalde, el pueblo nos cede casas
vacías para todos, las hay grandes y pequeñas, pero todas con vistas al mar. Ya
sabéis que hay que adecentarlas porque llevan mucho tiempo deshabitadas. La
única condición es que se utilicen materiales reciclados, energía solar y
depósitos para recogida de agua ¿qué te parece nuestro alcalde? A cambio
tenemos que dar trabajo a dos personas por lo menos, hacer talleres de
escritura y lectura para los vecinos y una biblioteca, pero esto no es difícil
¿verdad? Para ello nos dejarán utilizar el antiguo varadero, ya lo veréis, es
una nave bastante grande, hay que arreglarlo un poquillo pero ya tengo algunas
ideas… Será un lugar ideal para instalar la editorial.
Blanca continuó escribiendo sobre pequeños
detalles: el perfume de la hierbabuena, los huevos frescos de la tienda, los
erizos en las rocas, los poemas de Diego… Terminó el correo con un fuerte
abrazo, lo envió, salió a la terraza, y mientras quitaba las hojas secas del
jazminero comenzó a pensar en otras alternativas para crear empleo en el pueblo
que le había dado todo.
Idílico, Eulalia. Me gusta mucho. Solo creo que cambiaría la redacción del inicio (las dos primeras líneas), me resulta un poco brusco. Bienvenida al mundo de los sueños, y este tuyo es una pasada, ojalá pudiéramos hacerlo realidad.
ResponderEliminarDame una idea, a mí me da pereza. Ahora que me he lanzado me apetece más escribir otra cosa.
EliminarGracias por gustarte.
Blanca bajaba todos los días por el sendero...
EliminarY al final, "que le había dado todo". Es un bonito sueño de los que tememos que se rompan...
EliminarGracias, Malén. Ya he suavizado el comienzo y el final, el alfa y el omega. Espero que os parezca mejor.
Eliminar¡Genial! ¿Ves como cuando te animas te sale bien y bonito? ¡Hermoso sueño!
ResponderEliminarCuando estuve en Brujas, me contaron que la alcaldía dejaba las casas antiguas del centro de la ciudad a los jóvenes que no podían pagar un alquiler muy alto, con la intención de que ellos las limpiaran y arreglaran. A veces, los sueños se pueden hacer realidad. Sólo hace falta tener gobernantes inteligentes. ¡Enhorabuena!
Gobernantes inteligentes, eso sí que es un sueño. Gracias, Amparo.
EliminarAmparo, a ver si me informas, me voy a Flandes seis días en Julio!! Bruselas, Brujas y ...No recuerdo los nombres, ya me dirás.
EliminarPues Bruselas la conozco muy de pasada, pero Brujas me encantó. Me gustaría volver otra vez y disfrutarla durante más tiempo. Sus edificios son como de cuento de hadas. Seguro que vuelves cargada de fotos y de relatos.
EliminarUna alternativa muy apetecible. Buen texto Lali. Sólo te faltan cuatro más...jajajaja.
ResponderEliminarAlgunas sugerencias / observaciones:
veía acercarse los barcos (¿no falta la preposición "a" en esta frase? "veía a los barcos acercarse o veía acercarse a los barcos")
gaviotas recibiendo al pescado fresco (¿"en busca del pescado fresco"? para evitar el gerundio que abunda en el texto.)
lo amarrara al bolardo haciendo con destreza un nudo de ballestrinque. (¿"lo amarrara al bolardo con destreza mediante un ...". Por idem.)
tenía que correr si veía que (¿"si atisbaba"? para no repetir el verbo ver que ya has escrito en una frase anterior.
Geli, te he hecho caso en todo, bueno, a ti y a las demás correctoras, soy tan dócil (por dúctil) y maleable... como los metales nobles. Bromas aparte, tenéis todita la razón.
EliminarCuatro más, eso está chupao, ya ves que si me pinchan ¡salto!
Geli, los objetos directos de cosa no llevan la preposición "a". Sí, los de persona.
EliminarGracias Lucrecia. Tenía esa duda que me carcomía,....
EliminarLaliiiiiii,...cámbialo otra vez.
Voy. A mandar que pa eso estamos.
EliminarNena, vaya relato bonito. Me apunto a la ocupación del pueblo pesquero, aunque los pueblos costeros han sido enladrillados. Quizá un pueblo de montaña sería más real. Pero vaya vaya con mi hermanica. De acuerdo con Lu en que la "a" se le pone al complemento directo de persona, ej: vi a mi madre y vi un barco (perdona mi deformación profesional), las demás sugerencias, estupendas.
ResponderEliminarYa lo dijo el alcalde, hay casas para todos. Este pueblo, como es especial, no está enladrillado, pero si lo estuviera, el desenladrillador que lo desenladrillase...
EliminarGracias por tus palabras de ánimo.
Idílico y de fácil lectura; quedate por favor que no nos gustas los huecos. :)
ResponderEliminarMe quedo, Yolanda. Me había desconectado y ahora, gracias a vuestros pellizcos, he despertado. No sabes lo que disfruto leyéndoos.
EliminarNo te puedo poner ni un pero, me ha encantado la historia y sobre todo volver a leerte. Un abrazo chillao
ResponderEliminarVolverás a leerme, está en mi mente. Besos.
EliminarMuy bueno, Lu, me ha encantado. El sabor marino que se palpa en tu historia es muy grato. También me gusta la cotidianeidad que se vive en él. Y eso de salir en tu propio relato...muy bueno.
ResponderEliminarManuel, el relato es mío, es que se lo mandé a Lu para que lo subiera :)Me alegra de que hayas creído que era de ella, buena señal.
EliminarLa idea de salir en el propio relato es muy buena, te la copio, je je.
Muy hermoso Eulalia. Me alegra volver a leerte
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