miércoles, 18 de abril de 2012
EL DESAYUNO DE ÁNGELA
Era su desayuno diario. Se levantaba de la cama, se miraba en el espejo y reflejaba un rostro inexpresivo, insatisfecho, irreconocible. Lentamente, se dirigía a la cocina, cogía dos grandes vasos, que colocaba bajo sus húmedos ojos y los llenaba con zumo de tristeza, el cual, brotaba transparente desde el fondo de su alma.
Sorbo a sorbo, masticaba el fruto de su angustia. Se esforzaba por buscar en sus recuerdos una gota de felicidad, sin embargo, el sufrimiento le nublaba los instantes alegres.
En ocasiones, ofrecía a sus escasas visitas un vaso del zumo que fluía de sus ojos, pero era un líquido tan amargo, que nadie se atrevía a probarlo.
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Ángela sí que parece que lo pasa mal, bebiéndose sus propias lágrimas.Muy evocador!!
ResponderEliminarMuy imaginativo, yo desde luego no le daría ni un sorbito a ese jugo. Un abrazo.
ResponderEliminarUffff, si desayunabas ese zumo con las galletas, te espera un día de esos de perros, ¿no? Es muy emotivo.
ResponderEliminar"Sorbo a sorbo, masticaba el fruto de su angustia."
ResponderEliminarHermosa frase.
¡Bien hecho, Dori!
Una manera singular de describir el sufrimiento. Enhorabuena Dori
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