Hoy es uno de esos días en los que me gustaría meterme dentro de esta maleta y que alguien me llevase muy lejos, incluso que me perdiesen a propósito. Juro que no me enfadaría.
He tomado una decisión equivocada, no voy a explicar cuál ni los motivos que me han llevado a ello. No me ayudaría en absoluto hacerlo ni tampoco cambiaría este hecho.
Por milésima vez he vuelto a meter la pata, yo solita y sin ayuda de nadie, como una campeona y cabezota que suelo ser. Ahora toca aceptarlo, reponerse y volver a empezar desde este punto con más fuerza que nunca. No sé cómo hacerlo porque sólo pensar en enfrentarme a ello me da escalofríos. Estoy cansada. Había olvidado que se podía estar tan cansada y no físicamente, este es otro tipo de cansancio. Mi cabeza está agotada desde ayer, veinticuatro horas de pensar y pensar para nada, para no conseguir ni una sola respuesta que me deje respirar con un poco de sosiego. Necesito irme de aquí urgentemente, pero no puedo.
Y dónde podría ir, no debe ser muy cómodo viajar aquí dentro, yo de flexibilidad cero, ni de niña era buena con lo más sencillito en gimnasia. La voltereta lateral sigue siendo mi reto pendiente, pero no suelo airearlo por ahí y como por ahora no me he presentado aún a un casting de cine porno, pues tampoco he tenido que añadirlo a mi curriculum.
Me diréis que todo el mundo se equivoca, que no es para tanto, que la vida no es más que esto, un subir y bajar sin darte tregua ni aviso. Pero no me sirven ninguna de estas excusas, sólo me suenan a eso, a pobres excusas de quienes no tienen ni idea de mi vida. Hoy quisiera volver atrás más que nunca y no haber dicho ese “sí” que lo ha cambiado todo de golpe. Tenía que haberlo pensado dos veces, tres o las que hubiese hecho falta. ¡No haber sido yo, la María impulsiva y cabezona, por una sola vez en la vida!
Si retrocedo en mis errores puedo verme dejando al mejor chico que he conocido, puedo ver sus ojos rojos y escucharlo preguntarme el por qué. No pude responderle porque no había una razón, al menos no una con cierta lógica. Se me cruzo el cable y pensé que era demasiado joven para estar tan enamorada o para tener un novio tan formal. Creí que el tiempo nos esperaría, que él lo haría al menos, que debíamos vivir otras historias para después reencontrarnos con más fuerza… Cuando un año después se volvió a enamorar a mi se me rompió el corazón de golpe y en mil trocitos. Me lo merecía lo sé, pero eso no me consoló ni entonces ni ahora.
Mis errores han sido así desde ese día, estrepitosos y de los que te dejan hecha añicos. Eso sí, he procurado llevarlos en silencio porque para eso soy muy buena. Puedo estar destrozada y sonreír como si nada. Sólo los que mejor me conocen sabrían apreciar el engaño. No es sano ser así y lo sé, me podéis decir misa pero sé que no lo es. No se puede querer ser perfecta a todas horas y yo llevo aparentando o intentando serlo desde siempre. Para qué, por qué, para quién… Aún no he encontrado ni una sola respuesta coherente para esas tres preguntas y mira que llevo años en ello.
Sigo estando tan cansada que creo que de veras me voy a meter dentro de esta enorme y vieja maleta . Voy a dormir hasta mañana, quiero soñar que de verdad alguien me rapta y me lleva muy lejos, a un país donde se te borren los recuerdos, los malos al menos. Necesito un día sin ellos, sin ser María la mujer de los mil errores que parece perfecta y además aquí dentro no se está tan mal, huele a naftalina mezclada con perfume de hombre interesante. Buen sitio para descansar. Voy a ello…
Muy bien Lara, tus divagaciones son fantásticas, quizá te ha sobrado alguna linea y tienes que vigilar las comas, pero son dos pegas nimias a un relato brillante e interesante. ¿Cuánto hace que escribes?.
ResponderEliminarGracias Lara, por tus letras, por tus hermosas palabras, una cosa ¿ quien no se ha sentido alguna vez como María? ¿ quién no ha querido alguna vez esconderse en esta maleta para descansar? verdad de la buena Lara.
ResponderEliminarCreo que una parte de todas nosotras, está en tu relato, lo único, lo encuentro un poco largo, pero no me hagas caso, es una manía mia, mis relatos no suelen ser largos. Me ha gustado el último párrafo, buen final.
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