.- Mira papá, te pongo tres mudas, dos pares de pantalones de vestir, dos jerseys de lana, uno de franela por si hiciera más frío, un…
Yo miraba entristecido aquella vieja maleta gris, que a tantos sitios me había llevado.
Recordaba el día en que por primera vez llevaba a mis hijos a veranear a un pequeño pueblecito llamado Torrevieja. Mi esposa Natividad guardaba meticulosamente las prendas de toda la familia en aquella flamante maleta, que días atrás habíamos adquirido por un módico precio en un bazar del sur de la ciudad.
.- Mira Luis, aquí pongo tres mudas para ti, otras tantas para Luisito y Marta, la bolsita de aseo, las chanclas para la playa, los bañadores, ay que emocionada estoy y que ilusión por llegar a Torrevieja y ver el mar.
.-Papá ¿me escuchas? Te estoy diciendo si te pongo también dos pares de pantalones cortos para el verano, o si prefieres los de lino largos, que al fin y al cabo son igual de frescos y vas más elegante, la bolsita de aseo, el…
Aquella maleta era la misma que años atrás pero el tiempo había dejado huella en ella, al igual que lo había hecho conmigo, y con mi hija Marta que ya no daba brincos de alegría y reía entusiasmada cada vez que yo me sentaba encima del lomo de la maleta para intentar cerrarla.
.- Papá no se puede cerrar no cabe todo, decía Marta riendo.
.- Como que no cabe todo Marta, mira en una maleta cabe tantas cosas como queramos poner, una ilusión, una sonrisa, el sombrero de mamá para el sol, tu flotador, nuestro sueños, el libro de tu hermano Luis, aquí podemos poner todo lo que inventemos.
Marta cerró la maleta sin apenas tener que hacer esfuerzos ni dar saltitos en su lomo.
Me dio un beso en la mejilla, de esos que saben a despedida y angustia.
El taxista me dejó en la misma puerta de la Residencia de ancianos, que estaba situada en la Cala Capitán de Torrevieja y años atrás había sido el Hotel Torrejón en donde mi familia y yo solíamos veranear. Y comprendí que éste sería mi último viaje."
Hermoso y triste, Marige. Solo una cosa: revisa la ortografía.
ResponderEliminarEs triste pero tan real....."No coment" sobre la ortografía, eso sí pasa el revisor en el word.
ResponderEliminarDirecto al estómago. Se me quitaron las ganas de comer. Enhorabuena!, Maria Gertrudis.
ResponderEliminarEs una historia conmovedora,real y llena de sentimiento.
ResponderEliminarQué bueno Maria, se me ha puesto la piel de gallina. (Hay una a con h en la segunda estrofa, que se "ha" debido escapar de otro relato).
ResponderEliminarMuchas gracias compañeros, que haría yo sin vosotros, gracias Fernando no se como se me ha escapado, ay lucrecia no me lo podrías corregir hace daño a la vista, suelo cometar faltas sobre todo de acentos y alguna h que otra, pero esto... uf si ya el relato pierde mucho así de esta manera. besos
ResponderEliminarHecho, Marige, no sé si me he dejado algo.
ResponderEliminarGracias Lucrecia, oye podríamos alguna semana dar un pequeño curso de lengua y literatura, porfa me vendría genial, he olvidado tantas cosas. Un beso muy fuerte.
ResponderEliminarEso es muy difícil ¿no? Es cuestión de leer mucho pero con mentalidad de escritor, fijándose. Todos hacemos faltas pero es más fácil ver las ajenas que las propias, por eso es bueno ir comentando entre todos. El corrector de word ayuda mucho.
ResponderEliminarMuy triste q lo q te espere al final del camino sea algo tan frio... Me ha gustado María, pero me he pasado un mal rato imaginando q estas cosas pasen en verdad.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuy bueno María, me ha dolido hasta el alma, será que tengo dos viejitos que cuidar.Pero muy interesante eso de intercalar los tiempos, felicitaciones.
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