Qué bien vecinos nuevos, piensa Elena mirando por la ventana hacía la casa de al lado. El coche en que vinieron los nuevos vecinos estaba a rebosar de objetos.
Un hombre de unos cincuenta años y un muchacho de unos dieciséis, salen del coche. Elena hecha a correr a la cocina para coger una manzana y volver a su habitación para seguir observando a los vecinos (esto promete algo interesante, piensa Elena), no es que fuese una chismosa, más bien se movía por la curiosidad, quería enterarse de todo aquello que las personas guardamos para nosotros con celo, y claro está que todo el mundo tenía su secretillo.
Ve como van sacando todos los enseres del coche, pero lo que le llama la atención es una maleta raída, descolorida por el paso del tiempo, era única, destacaba en el suelo de la acera rodeada de varias maletas a juego, grandes, medianas y pequeñas todas ellas nuevas y pensó ¿que tendrá esa maleta dentro?. Elena de gran imaginación empezó hacerse una película en su cabeza a causa de la maleta.
Esa noche estando ya en su cama le viene la maleta a su cabeza, no se la podía quitar de su mente por más vueltas que le daba tenía que saber que secreto tenía esa maleta. Pasado un mes Elena y el muchacho de la casa de al lado que se llamaba Isaac, se hicieron muy amigos, una tarde cuando volvían juntos del colegio ella se atrevió sacar a relucir el comentario sobre la maleta, diciéndole que los había visto cuando llegaron y que le había llamado su atención.
Isaac le comenta que su padre la guarda de recuerdo, era de su abuelo. Un día cuando era pequeño la cogí para guardar unos juguetes viejos, pero me la quito de las manos y me dijo que nunca más la volviera a coger, ¿por qué tienes tanto interés por ella?.
No se... me da la impresión que hay algún secreto metido en esa maleta, quizás abriéndola salimos de dudas, le dice Elena con cara picara.
Isaac era un chico fácil de convencer, quedaron para el día siguiente su padre iba a la ciudad y era el momento más adecuado para abrir la maleta.
Sentados en el suelo delante de la maleta deciden abrirla, no había ningún candado, así que mucho secreto no debía de haber le dice Isaac. Pero cuando empiezan a mover la cremallera sus corazones laten a gran velocidad, pegan un salto hacía atrás cuando ven a una muñeca de goma con un tacto casi humano. Mi abuela grita Isaac, Elena lo mira con sorpresa recogiendo una carta que tiene la maleta y se dispone a leerla.
Quisiera dejar para el recuerdo parte de mi historia de amor, quiero pedir a mi hijo que se lo pase a los suyos cuando tengan dieciocho años no antes, (la edad es capricho, es la edad que yo tenía cuando empezó mi historia) y éste al suyo y así sucesivamente.
Es raro que una mujer haya hecho tal locura por un hombre pero Irene la hizo, me explicaré.
Me ganaba la vida de ventrículo realizando espectáculos con mis muñecos en el CAFÉ PAK, Irene vino todos los fines de semana durante un año a verme y me enamoré perdidamente de ella, pero yo era muy tímido y no me atreví a decirle nada. Mi contrato se terminó y tenía que recoger las cosas y marcharme. En aquella época había muchos emigrantes y yo iba a ser uno más, mi destino Cuba. Lo tenía todo preparado y ya había embarcado, cuando un presentimiento, aunque no sabía el qué, me hizo ir a mi camarote y abrir mi maleta de muñecos, cual fue mi sorpresa cuando me encuentro saliendo de mi maleta a Irene. Después de aquel día estuvimos juntos hasta su muerte, hace un mes.
Ja ja ja, recuerdo que tuve que mandar hacer todos mis muñecos y decidí encargar éste, en recuerdo de Irene saliendo de la maleta. Dicen que se hacen muchas locuras pero la mayoría son por amor.
Elena e Isaac se miraron emocionados. Ya te dije que había un secreto.
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