Cinco horas de vuelo agotador bajo este sol de justicia, búsqueda, búsqueda, búsqueda y parece que lo he encontrado. Es el lugar perfecto. Un río, Olivos, almendros, romero, tomillo, lavanda, olmos, álamos, abedules, sauces, saúcos, millares de capullos, millones, millones, millones de flores y allí a lo lejos una población humana con toooooodo lo necesario en tiempo de escasez. Me doy la vuelta y aviso a las demásssss. Polinizar, polinizar, polinizar.
David, dale al limpiaparabrisas, mira el manchurrón que acaba de dejar esa abeja.
Lo has cambiado. El primero no estaba mal. Tienes toda mi admiración Fernando.
ResponderEliminarGracias Eufrasio, echo de menos tus letras.
ResponderEliminarTengo la idea, tengo el relato, pero hay algo que no funciona todavía.
ResponderEliminarParece que la foto en negativo no está dando historias muy alegres. Pero esta a mí si que me resulta divertida.
Muy bueno Fernando. Está bien jugar con los puntos de vista a la hora de narrar una historia.
ResponderEliminarNo se me ocurría nada y cuando enseñe la foto a mi chica, me dijo: así es como ven los insectos.
ResponderEliminarAsí nació mi relato.
Me ha gustado mucho, pero pobre abeja tanto buscar para quedar estampada en el cristal de un estupido coche que se interpone en su camino.
ResponderEliminar¿Qué te hace pensar eso, Marige?
ResponderEliminar¡Qué original! y además breve; muy bueno, me ha hecho sonreir.
ResponderEliminarMarige, es tu coche, ¿no te has fijado que lo conduce un tal David y Eva es la que dice "dale al limpiaparabrisas"?.
ResponderEliminarPero, pobre abeja, ¿cómo se te ha ocurrido? jajajajaja, eres peor que yo. Me ha gustado mucho. Siempre me haces sonreír con tus ocurrencias.
ResponderEliminaruff, que escalofrío que me ha entrado al pensar que era mi coche en donde esa pobre abeja encuentra la muerte, pero ¿ no se estampa la abeja al final, lucrecia? de verdad que esto me recuerda al mundo de sofia, aquí los animales piensan, los personajes de los relatos están de un lado a otro, ¡ Cielo santo! ¿ no seré yo Sofia?.
ResponderEliminarNo, Marige, creo que eres Alicia.
ResponderEliminarjejej, ay Lucrecia yo también lo creo pero una Alicia entradita en años jaja, pero al final me quedo con la duda de la abeja, joo.
ResponderEliminarLa abejita está muerta y enterrada, no sobrevivió al impacto y encima provocó otro accidente por gentileza de Eufrasio.
ResponderEliminarHola, soy Aurelio Descuidado... No se lo digáis a nadie porque vendrán los celadores y me darán la pastilla azul, pero...creo que la abejita sí que está viva...se ha convertido en la mascota de Eulalia Jiménez de Castro...shhhhhhhh...oigo pasos.
ResponderEliminarAurelio, déjate de rollos y baja que están a punto de atraparme y no te tomes ninguna pastilla que luego tienes alucinaciones, ¡cuántas veces te he dicho que los fantasmas no existen!El que sí existe es el director de mi Instituto y su espia, el Eufrasio, que está siguiendo todos nuestros pasos.
ResponderEliminarPerdón, Soy la Leocadia, profesora de educación para la rebeldía.
ResponderEliminarBzzzzzzzzzz!!!!. Y no tengo nada más que decir.
ResponderEliminarLeocadia (se me hace difícil llamarte así) este es el plan: cuando pasen Guillermo y Kate por la salita de la tele, Oswald se abrazará al príncipe para declararle su amor y, entre el tumulto, será el momento para que salgas por la puerta grande, como te mereces sólo tú. Nos vemos, ya sabes, en Zihuatanejos.
ResponderEliminarRed eres tú?. Soy yo Doufrè, aún no has encontrado la piedra volcánica de la valla bajo el castaño de indias?.
ResponderEliminarA este Oswald solo le da por los príncipes, ¡qué manía con la sangre azul, con lo bonita que es la roja!
ResponderEliminarDe acuerdo Aurelio, pero no estoy segura de que Zihuatanejos sea un buen lugar, yo prefiero en la puerta de la academia Solvam, para recordar viejos tiempos. Leocadia