Su mente se queda en blanco, deja la lectura del libro que sostiene sobre las piernas, y contempla el mar, el horizonte y la isla soñada, a la que nunca puede llegar. Siente la brisa sobre su rostro y su cuerpo cálido. Puede saborear el gusto del aire y la sal. Paladea el momento, presiente que esto y sólo esto sea la felicidad.
Instantes que se escapan y que, de alguna manera, quisiera atrapar para que pervivan en su memoria y no pasen al olvido. Para poder recordarlos, cuando le sea preciso.
De la lista de relámpagos radiantes, que se han deslizado, veloces, por su vida intuye que éste merecería el primer lugar.
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ResponderEliminarUn lindo momento!!
ResponderEliminarEs bello llamar a los sueños relámpagos radiantes.
ResponderEliminarSí, Magdalena, es bueno, pero me apena esa isla a la que nunca puede llegar...
ResponderEliminarUn sitio ideal para "escaparse", por ejemplo, desde el sillón del ginecólogo o del dentista (no sé cual es más incómodo...)
ResponderEliminarNo existe la felicidad, solo momentos felices. Has sabido captar eso. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuy bonito Magdalena, lo bueno si breve dos veces bueno.
ResponderEliminarTe ha faltado que tu protagonista suspire para ser perfecto.
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