Leocadia estaba, por fin, encaminando su vida profesional: se sentía a gusto en aquel Instituto cercano a su casa y ya veía a los alumnos como personas civilizadas, incluso había aprendido a quererlos. Pero el destino, que nunca se detiene en su ardua tarea de inventar nuevas tretas, la sorprendió de nuevo, hundiendo por momentos su frágil equilibrio. Esta vez se alió con una de sus colegas, una profesora de Lengua y Literatura castellana, llamada Encarnación, que tenía la costumbre de hablar sola en la sala común: se contaba lo bien que le iban las clases y enumeraba una por una las cualidades de cada uno de sus estudiantes. Daba igual que nadie la escuchara o que la mandara callar algún profesor atareado con sus correcciones. Ella seguía y seguía con una eterna sonrisa en los labios.
Pero bajo ese monólogo apacible se escondía, cómo no, un terrible drama. También en sus clases hablaba y hablaba mientras los chicos hacían de todo menos atender a sus explicaciones.
Estaba un día Leocadia intentando que sus alumnos entendieran el “Materialismo histórico”, cuando los gritos que provenían del aula de al lado imposibilitaban la difícil tarea de concentración. Era en vísperas de Fallas, para más inri, circunstancia que tenía al alumnado algo alterado. El caso es que éstos, que tenían cerca el selectivo, no querían perderse un detalle del tema que, además, les estaba apasionando. Urgieron a Leocadia a que saliera del aula y llamara en la de al lado para exigir que se callaran de una vez. Se encaminó ella, muy dispuesta, con el Manifiesto comunista en una mano y dio unos golpecillos tímidos. La puerta se abrió de pronto y Encarnación se abalanzó sobre ella, empujándola y gritándole que ya estaba bien. Leocadia no salía de su asombro pero en una reacción rápida decidió llevar la teoría a la acción: asestó un golpe certero con el Manifiesto en la cabeza de Encarnación e inició la lucha de clases, siendo muy aplaudida por los revolucionarios que poblaban el aula que, a juzgar por la que armaron, debían de ser muchos.
De vuelta en su clase y tras reponerse del susto, quedó satisfecha de la alta comprensión que sus discípulos habían alcanzado ese día con aquella clase práctica.
Me he reído yo sola leyéndote, como Encarnación. El día que empecemos con la saga de la profesión, no pararemos. Me ha encantado!!
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EliminarGracias, Maga. Cualquier parecido con la realidad es totalmente cierto.
EliminarSeguro que cada día podeis escribir varias historias, ésta refleja bien lo complicado que es mantener la atención en una clase.
ResponderEliminarEn ocasiones los colegas son peores que los alumnos. Muy ameno Lu, tu estilo marcará una era.
ResponderEliminarMuy bueno Lu, así, sacando todo lo que tienes dentro. Encarnación trastornada y echándote sus propios demonios. Pobre Encarnación!! ¿Qué es lo que le habrá llevado a esos extremos? ¡Menos mal que Leocadia reaccionó apludadida por sus seguidores. ¡Al fín sirvió de algo el Manifiesto Comunista, en estas tierras gobernadas por la derechona!!
ResponderEliminarBien expuesto y muy divertido.
ResponderEliminarMuy bueno Lu. La lucha de clases nunca ha tenido más sentido que leyendo tu relato. Marx estaría orgulloso de ti: Groucho sobre todo, jejeje. Muy buen relato, con ritmo, divertido, y con una segunda lectura que aporta cosas nuevas. Bravo!!
ResponderEliminarHe puesto la escena en mi cabeza. Se podía copiar para un película. me reí mucho Lu. Me encanta
ResponderEliminarJajajaja...¡pero qué divertido, hada! Eso es una clase práctica y lo demás son tonterías.
ResponderEliminarHay una frase que no me acaba de convencer:
...la teoría a la acción y en un golpe certero con el Manifiesto en la cabeza de Encarnación, inició la lucha de clases,...
Me resulta un poco forzada. Voy a ver si le encuentro alguna alternativa y te la cuento.
A ver qué te parece esta alternativa:
ResponderEliminar"Leocadia no salía de su asombro pero en una reacción rápida decidió llevar la teoría a la acción. Asestó un golpe certero con el Manifiesto en la cabeza de Encarnación e inició la lucha de clases, ..."
Besos y abrazos
Muchas gracias, Geli. He puesto tu opción pero con dos puntos, dime qué te parece.
EliminarTenemos "telepatutía", porque he pensado en los dos puntos después.
EliminarAsí está mejor, sí.
Ainssss, cuánta violencia, jajajajaj
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