Cada día, al filo de las seis, Jaime hace su aparición en el salón del palacete donde Andrea vive.
Inmóvil, sentada en el sillón orejero, escucha atenta cada palabra, cada carraspeo, cada leve sonido que proviene de él. Un beso ligero en la frente y una pregunta cortés marcan el instante a partir del cual ella parece animarse un poco. El resto del día permanece taciturna.
Jaime y Andrea se iban a casar. Todo estaba preparado, pero tres días antes de la boda, ella sufrió un accidente doméstico y perdió la vista. El destino desbarató sus planes. El proyecto de convertir el palacete en un hotel "con encanto" se quebró junto a su ánimo. Se replegó sobre sí misma, como si la vida más allá de aquellos muros hubiera dejado de existir.
Han pasado diez años desde entonces. Jaime, pusilánime por naturaleza, nunca ha tenido valor para confesarle a Andrea que él sí, que él ha rehecho su vida, y cada día, al filo de las seis, acude puntual a su cita.
Geli, es una historia conmovedora. Cómo puede cambiar la vida en un instante.
ResponderEliminarAndrea no lo ve, pero seguro que lo intuye. Buen relato Geli.
ResponderEliminarPrecioso, Geli.
ResponderEliminarSí, seguro que ella lo intuye. Bella historia.
ResponderEliminarInteresante giro final. Muy bueno.
ResponderEliminarSe lo olerá, fijo. Muy buen final. Vigila las comas que has puesto antes de los verbos no puede separarse el sujeto del verbo con una coma. Ej: la de antes de hubiera, la de antes de se quebró y la de antes de marcan
ResponderEliminarGracias otra vez, Malén. Corrijo ahora mismo.
EliminarNo puedo eliminar mi comentario, no sé qué pasa con el blogger!!
Eliminar¿Qué comentario quieres eliminar? ¿Por qué quieres hacerlo?
ResponderEliminarElimino lo de las correcciones, normalmente.
ResponderEliminarPues no lo hagas en mis textos, si es posible. Me gusta recordar por qué cambié mi relato original. ¿Vale?
EliminarBonita historia donde nos enseña que la vida sigue
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