obra de Nuria Meseguer
Unos días éramos sirenas; otros, estrellas de mar; la mayoría de las veces gigantescos cefalópodos, ballenas o tiburones. Y a bordo de las olas, recorríamos entusiasmadas los siete mares buscando nuestras incautas presas.
Nos hicimos mayores y ya no somos nada. Dejamos que nuestros
recuerdos floten ingrávidos como nuestros cuerpos en el agua. No nadamos, solo hablamos y recordamos. Con
nuestros sombreros bien atados a la cabeza, como entonces, sentimos que el tiempo no pasa y no pesa y
seguimos charlando y charlando. Los pececillos nos mordisquean los pies, pero les dejamos
hacer, estamos acostumbradas, nos creemos que son los mismos de siempre, aquellos de cuando éramos niñas...
TIBURONES
ResponderEliminarGracias, Wis, tú siempre tan suave!!
ResponderEliminarEl relato me ha encantado. Y he elegido tiburones porque he pensado que esos pececillos inocentes que les mordisqueaban los pies de jovencitas, al crecer se convirtieron en tiburones que se las querían zampar.
EliminarCómo eres y cómo eres, prepárate para cuando te conozca que yo sí que me voy a convertir en tiburona!!
EliminarVaya cabecita tienes hija. ese final abierto es para que la historia continúe?
ResponderEliminarMuy bello, Maga.
ResponderEliminarPrecioso Maga, y como dice Fernando el final es un principio que da paso a otra historia.
ResponderEliminarMuy bonito relato, Malén
ResponderEliminarLa nostalgia, siempre presente en nuestra vida de adultos. Bravo, Malén.
ResponderEliminarEs un texto sugerente, evocador, con sabor a añoranza y poesía.
ResponderEliminarAñoranzas del pasado.futuro incierto. me ha gustado mucho.
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