Me aprieta el paquete que mi
madre se empeña en ponerme todavía, como si no pudiera controlar mis esfínteres, tan pesada en su papel de hembra protectora
de su cría. Es incomodísimo caminar con las piernas tan abiertas, y mi padre y
su amigo que no paran de charlar, mientras yo cuento, tan atento, las líneas que se van cruzando
bajo mis pies. Pero el tesoro lo encontrarán ellos antes. Al parque, ¡Ja! como si no los conociera... Se enzarzan en discusiones filosóficas y no me prestan ninguna atención, tengo ganas de intervenir. Es una pena que mi cabeza
sea de niño superdotado y mis pensamientos no puedan ser emitidos por estas
malditas cuerdas vocales, apenas sin desarrollar, casi de bebé. Solo me comunico
con sonidos guturales, gritos y llantos, por cierto, creo que ya les debo dar un toque: ¡Ggrgrgrgrgraaaauuu!
Jajaja, muy bueno, Maga. Cómo son estos superdotadillos.
ResponderEliminar¡Qué divertido! Me has chafado la idea, Malén, que iba por esos derroteros. Tendré que pensar en algo distinto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy original y el relato en boca del niño lo hace mejor. Un abrazo.
ResponderEliminarMalén, el principio es impecable. Me ha gustado mucho
ResponderEliminarQué bueno Malén, me ha encantado. Me gusta pensar que los niños tienen este tipo de pensamientos cuando nos miran raro.
ResponderEliminarMuy bueno Malén, me encanta que los protas hablen en primera persona, aunque se trate de un bebé.
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