Le servía el café de media mañana que tomaban juntos, cuando él regresaba de comprar el periódico. Dejaba sus tareas domésticas y compartían los dos un rato. Él leía en voz alta los titulares y ella siempre respondía: ¡cómo está el país!
Una mañana ya no volvió. Lo
buscó sin éxito. No se acostumbró a su pérdida, así que continuó con su vieja costumbre
de dejar lo que estuviera haciendo por la casa, servir el café y comentar las noticias. Ahora le hablaba a la radio.
A veces son las rutinas las que nos mantienen en pie. Me gusta.
ResponderEliminarEsta foto es muy triste, tanto como este otoño gris que nos tiene sumidos en una profunda melancolía, como la de la protagonista de este cuento. Bien, Maga, la venceremos. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Maga!! Es triste pero bonito y bien escrito. Intentaré que la próxima foto sea alegre.
ResponderEliminar¡¡Esperad a ver si puedo escribir un cuento con una de esas locuras que se me ocurren a veces!!
ResponderEliminarMuy triste, pero la rutina es, a veces, la mejor manera de salir adelante. Muy bueno.
ResponderEliminarEs triste, ainss, la soledad, me da pena.
ResponderEliminarNo es malo tener momentos melancólicos, luego se disfruta más de los momentos alegres. Me gusta Malén
ResponderEliminarHay una frase del libro Beatriz y los cuerpos celestes que dice así: "La soledad no es mala, me repito. La soledad me ha concedido el regalo de aprender a tomar decisiones sobre cosas que me afectan, de aprender a analizar mis actos y a diseccionar las razones que los mueven con la aséptica precisión de un forense. En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel".
ResponderEliminarMe encanta. Para mí, en este momento de mi vida, es como verme en un espejo.
Como han dicho, las rutinas muchas veces son las que nos hacen seguir adelante y muchas veces es en la soledad donde más a gusto estamos. Ese momento para nosotr@s...
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