En
el número 187 de Grove Street, en el primer piso, había siempre un hombre en la
ventana leyendo el mismo libro y la misma página. Se trataba de La letra escarlata de Nathaniel
Hawthorne. Lo supe porque pude verlo a través del poderoso objetivo de mi cámara.
Fui varias veces en una semana y no hubo variación, fotografié la escena desde todos los puntos de vista posibles. Me
parecía un fenómeno extraño, tan extraño que un día me decidí a llamar a su
puerta presa de una gran curiosidad. Me abrió un joven muy apuesto en
calzoncillos que no se parecía en nada al hombre de la ventana y yo,
sorprendida, me puse a tartamudear. Se excusó por el atuendo y me hizo pasar al
salón rogándome que me sentara mientras se ponía algo más presentable para la
ocasión. Volvió con una botella de Jack Daniel's y dos vasos con hielo y lo
fuimos rompiendo entre tragos cortos y una agradable conversación. No me atreví
a preguntarle por el hombre de la ventana. Me despedí al anochecer y cuando
volví al día siguiente no encontré rastro del lector y lo mismo los días
sucesivos. Quienquiera que fuera el misterioso personaje había decidido irse a
leer a otro lugar.
Un hombre misterioso, un libro misterioso y un apuesto joven en "gallumbos" más misterioso, si cabe, que el reto de personajes. ¡Menudo cóctel, Lu y encima de whisqui...¿No tendrán nada que ver en la investigación de la extraña muerte de los dos hermanos, creo que fue en el mismo domicilio...¡¡Quiero más...!!
ResponderEliminarTiene razón Amparo, tiene más misterio el hombre en gayumbos. Una historia que da pie para seguirla. enhorabuena Lu.
ResponderEliminarAmparo gayumbos creo que es con y.
ResponderEliminarGracias, Fina. Tenía la duda, pero como jamás había escrito "gayumbos"...
EliminarMuy bueno Lu! Desde luego el misterioso lector tiene buen gusto literario.
ResponderEliminarQué divertido, me gusta!!
ResponderEliminarMenuda sorpresa el guayabo en gayumbos!!! Eran de marca o de los de algodón con abertura delantera y botoncitos...ja,ja Me gusta mucho Lu.
ResponderEliminarMe quedé con la intriga de adónde fue a parar el señor que leía a Hawthorne...
ResponderEliminarWis, este cuento es una continuación del de Malén. El señor de los calzoncillos es el que estaba harto de la fotógrafa y había puesto un cuadro de un antepasado suyo encajado en la ventana. Cuando la conoce, ya no le importa tanto que lo vea y devolverá el cuadro a su lugar original (una pared o un trastero, vaya usted a saber).
EliminarAhhhhh, gracias!!!! No estaba yo puesta, ufff, qué despiste, jeje.
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