Torero y astado estaban bordando un lance de los que hacen época, una exhibición antológica cuya crónica merecía enmarcarse en oro para leer y releer hasta la extenuación. Joselete, que caló la raza y bravura de su oponente desde el primer instante, ya había prevenido al picador que abreviara el castigo de su puyazo para ofrecer a la res la posibilidad de conservar sobrada energía en los tercios siguientes.
En las gradas, que eran una fiesta, el entregado público asistía boquiabierto a un espectáculo sin parangón. Nadie sabía si admirar más la primorosa faena del matador, que al son de los pasodobles y sirviéndose de las florituras justas hacía con su muleta gala de una técnica superlativa, no por ello exenta de riesgo, o el trapío, el arrojo y los redaños del audaz cornúpeta, que no rehusaba ni una sola de las continuas citas y llamadas del diestro.
En esas estábamos cuando, inesperadamente, Joselete resbaló sobre un rastro de sangre fresca y vino a caer delante del bicho, que frenó en seco su embestida y se plantó, bufando de dolor y apenas a unos centímetros, cara a cara con él. Cara a cara verdugo y víctima. Cara a cara vida y muerte. Sus miradas se cruzaron durante los segundos infinitos que empleó la cuadrilla en llegar y hacer el quite de rigor, alejando a Aceituno de su maestro.
Ignoramos el mensaje que los ojos del animal transmitieron al hombre en ese fugaz momento, pero el hecho es que, una vez repuesto del trance y de vuelta del burladero, Joselete caminó muy lentamente hasta el centro del ruedo envuelto en un silencio sepulcral. Una vez allí, se arrodilló sobre la arena y juntando las palmas de sus manos, las elevó al cielo. Tras erguirse de nuevo se cortó la coleta y desatendiendo la costumbre, que dicta que esa petición deben hacerla los aficionados, solicitó al Presidente el indulto del noble morlaco.
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Me gusta mucho el final de la historia. ¿Qué poder tendría la mirada del astado para que el torero quisiera indultarlo.
ResponderEliminarTe confieso que no me gusta la "fiesta taurina", pero tu relato está muy bien confeccionado (vengo del mundo textil). Buen final para el pobre animal.
ResponderEliminarMe gusta, nunca es tarde para la reflexión. La coherencia tiene que partir de dentro a fuera independientemente de lo que esperen los demás...
ResponderEliminarMe ha gustado desde el principio hasta el final. Interesante, bien narrado, reflexivo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, buen relato. Suerte.
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