TU SILENCIO

Ha pasado demasiado tiempo desde que decidí dejarte por unas razones absurdas. Desde que decidí que en esta vida siempre había tiempo para volver atrás. Y desde que decidí equivocarme a lo grande por primera vez en mi vida. Por entonces era joven, estúpida e ignoraba aún que el tiempo siempre corre hacía adelante y que los errores no los borra ni el perdón.
Ha pasado mucho más desde que me di cuenta de lo que había hecho y de que tú ya no estabas ahí, esperándome.
Quisiera que supieras que durante toda esta eternidad en la que decidiste olvidarme de cara al resto del mundo yo nunca te he dejado de sentir a mi lado. Tal vez porque tampoco tú me has dejado irme del todo. Quién sabe.
Aprendiste cómo hacer que te escuchase hablándome en silencio y desde lejos, como sólo tú sabes hacerlo y como sólo yo entiendo.
Nosotros entre una multitud que nada sabe de esta historia. Nosotros jugando a comportarnos como viejos amigos que hablan del trabajo, los niños o la crisis, pero que se sonríen y se abrazan al despedirse conteniendo la respiración o temblando de la misma manera que lo harían dos adolescentes enamorados.
Y aún hoy, cuando me miras de esa forma en medio de cualquier calle y entre cientos de cabezas que van y vienen, yo te sigo el juego y te sostengo la mirada fijamente. Quizás es mi modo de retarte o de exigirte que seas valiente por fin, te acerques hasta mi, lo olvides todo y me digas en voz alta la verdad. Esa que sólo tú y yo sabemos, y que en el fondo sé que no voy a escuchar jamás.