Era una cita a ciegas. Nos conocimos por internet. A mí me daba miedo el encuentro. Temía que fueras uno de esos psicópatas que terminan asesinando a la rubia ingenua después de abusar de ella. Habíamos hablado por teléfono y te sugerí encontrarnos en uno de esos soleados restaurantes de la playa de la Malvarrosa. Asentiste y elegí yo el lugar: a las dos y media en el restaurante La Dorada.
A las dos en punto ya me encontraba lista para salir, pero decidí llegar diez minutos tarde, para poder espiarte desde algún rincón y decidir si quería o no sentarme contigo en la mesa que yo misma había reservado.
Camuflada tras mis gafas de sol, temía que me reconocieras. Te vi sentado y leyendo el periódico con tu copa de fino delante. Dudé, no parecías el mismo de la fotografía, pero sabía que eras tú. Pensé que las fotos sólo captaban un instante de ti. Quería arriesgarme, tampoco parecía tan peligroso comer rodeados de gente, frente al mar. Me acerqué pronunciando tu nombre: Alfonso. Te pusiste de pie y dibujaste una dulce sonrisa. Me sentí prácticamente rendida al tono suave de tu voz, de tu mirada. Comenzamos rápidamente una animada conversación mientras escogíamos dos o tres platos del menú y una botella de vino blanco muy frío.
Hoy seguimos acudiendo todos los sábados al mismo restaurante cogidos de la mano, tú con un bastón en la otra. Han pasado veinte años.
Qué suerte de cita a ciegas, yo también quiero!! Muy bien escrito, Amparo!!
ResponderEliminar¡¡¡Biennnnnnnn!!!, prima. Yo tengo una historia parecida pero sin bastón, jajajaja.
ResponderEliminarHermoso final. Muy bonito Amparo
ResponderEliminarMuy bueno Amparo. Cuando he leído el relato por primera vez creo que no había llamada telefónica, sino conexión por internet, de forma que sería tu primer relato de ciencia ficción, jajaja. Me encanta tu forma de narrar, esa forma en que la historia fluye como el agua de un río. Enhorabuena!
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ResponderEliminarOye, pues a mi me gustaba con esa sensación de que la voz narradora esté proyectada en el futuro. Me recordó la película "2046", una preciosa historia de amor. En fin... Y no eres burra, eh, cómo crees que me siento si la escritora de la que soy fan número uno dice esas cosas... Ay...
EliminarYa...cuando he leído tu comentario he estado a punto de poner "Valencia, año 2030" pero me sonaba raro. Vale sí, no soy burra, pero sí demasiado impulsiva. Debería dejar los relatos en el borrador un tiempo y corregirlos más veces.
EliminarCorregido, Marco. ¡Qué burra soy!
ResponderEliminarjo, no vuelvas a decir eso nunca más: nunca más!!!
EliminarVale, nunca más...
EliminarUn relato cargado de sentimiento. Enhorabuena Amparo.
ResponderEliminarEres una enamorada del amor y no dudas en cantarlo a los cuatro vientos.Bonito relato. Sólo tengo una duda maliciosa...después de 20 años...¿No le daría con el bastón en la cabeza?...Ves como era maliciosa...
ResponderEliminarJajajajaj...!!!!
EliminarUna historia de amor narrada con buen ritmo, y final feliz (o infeliz, si hacemos caso a Asun,...jajajaja).
ResponderEliminar¡Muy bien, Amparo!
Buen final feliz, afortunadamente.
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