Todavía no estoy preparado. No. Tengo miedo. Sí, ya sé que
es estúpido, pueril, por más que lo pienso, no logro decidirme. Me asaltan las
dudas, la incertidumbre, el pánico se apodera de mí, un sudor frío nace de cada
uno de los diminutos orificios y rebosa por las palmas de las manos
cubriéndolas de una invisible pátina transparente. Cuando me decida, todo habrá
terminado, ésta angustia que regurgita por las mañanas en mi garganta,
desaparecerá. Todo volverá a ser como antes. Es insignificante, lo sé, pero no
lo soporto, se me clava en el centro de la frente, y me impide concentrarme. No
puedo apartar los ojos de ese maldito cabo que asoma por mi abdomen. ¿Y si
hubiera algo al otro lado, en el interior? No sé, una aguja olvidada, unas
tijeras… Bueno, bueno, creo que estás llevando la imaginación demasiado lejos. ¿O
lo peor, y si no hubiera nada, absolutamente nada? Más vale comprobarlo, voy a
estirar ya… Vamos, adelante, tira del
hilo… Por fin…, qué alivio, me siento mucho mejor, ahora sí estoy bien… parece
mentira, un simple punto que no terminaba de caer, y eso que dijeron que se
reabsorben, pues éste parecía que fuera a florecer, justo ahí, en el centro de
mi ombligo. Me he quitado un peso de encima, hasta me ha cambiado la cara, sí,
fíjate que buen aspecto tengo ahora, salvo esas bolsas debajo de los ojos…,
quizá las pupilas algo contraídas…, pero en general…, el tono de piel, como
siempre…, ahora todo está en su sitio… a ver, ¿y esa mancha?, uy, ese lunar es nuevo, qué
color más raro, no, no es un lunar, no es completamente redondo, ay madre mía,
esto no lo tenía hace dos semanas…
¡Qué mal lo pasan los hipocondriacos! Muy bien Asun, con ese despiste inicial nos hiciste compartir el miedo del protagonista. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias David, quería darle otra dirección pero me quedé ahí... igual más adelante retomo el hilo, je, je. Abrazos.
EliminarMuy bien expresadas las sensaciones del protagonista, Asun. Me siento un poco identificada...jejejee
ResponderEliminarGracias Amparo, es genial si te sientes identificada, ja, ja, ja así ya somos dos y quien se quiera apuntar. Abrazos.
EliminarJa, ja, ja, mejor no mirarse tanto el ombligo!!
ResponderEliminarGracias Malén, me encanta saber que te has divertido, empiezo completamente en serio y sin darme cuenta, le doy un giro absurdo, mejor así quitando hierro.
EliminarNo sé si acertaré, pero me suena a experiencia personal. Muy bien descrito, la angustia del hipocondríaco no tiene límites. Abrazos.
ResponderEliminarRafa, no se te escapa una, como a tus detectives, je, je La anécdota es real, sólo me han operado una vez y estaba un poco 'flipada', pero como le decía a David, iba por otro lado y se me coló, una vez ahí, lo exageré y lo terminé en plan 'angustia interminable'. Abrazos.
EliminarAsun, me hiciste acordarme de mi abuela, enfermedad que había seguro que ella la padecía. Como dice Rafa es dura la angustia del hipocondriaco. Un saludo
ResponderEliminarSeguro que tu abuela era entrañable, "de aquellos mimbres..." Un abrazote.
Eliminaruf... jajajajajaja... al acabar de leer tu relato me quedé pensativo observándome un picotazo de un mosquito... a ver si no fue un mosquito y va a ser varicela!!!, o me pinche con un clavo... en fin. Vivir es malo para la salud. Bien escrito. Un buen monólogo. Un saludo
ResponderEliminarGracias José Luis, adjuntaré una pastilla placebo para las lecturas, mientras tanto un poco de bicarbonato que lo cura todo, je, je Un abrazo.
EliminarSomos muchos los que nos identificamos con esa angustia. Muy bien plasmada, Asun. Felicidades,
ResponderEliminarGracias Lu. Abrazos.
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