Antes de llegar ya se sentía derrotada.
Posó su mano en el lavabo y se sostuvo en puntillas unos pocos segundos, pensando que la altura en el espejo le devolvería su grandeza... Pero no fue así. Se odiaba. Detestaba mentirse en aquel reflejo cada mañana mientras intentaba convertirlo en un largo túnel que la hiciera viajar a través del tiempo para poder verse de nuevo como aquella chica joven y arrebatadora que fue antaño... Y poder verlo a él, tal y como lo recordaba.
Se enredó con muchos hombres.
Compartió momentos con algunos menos.
Se encaprichó de tres y se enamoró de uno...
... Cuando oyó su voz, sintió sus manos, vio sus ojos y recordó su rostro con detalle, atrapó un tarro de colonia y lo estrelló contra la bañera.
Los cristales lo inundaron todo en una danza de fragancia dulce y amargo recuerdo. Su corazón se dividía en tantos trozos como veía yacer en el suelo. Se entregó al suelo y lloró.
Nunca había sido demasiado justa con él. Cuanto más notaba que la amaba, más lo destrozaba. Ella le regaló un pequeño periodo de tiempo en el que él, agotó su vida, envejeció sus gestos, enloqueció su mente, y mirándola fijamente una cálida noche de verano, le regaló su corazón... Y ella lo rompió.
Apostó todo por ella misma. Le gustaba construirlo todo a su alrededor, convenciéndose de que no le hacía falta nada más. Miraba al mundo con desprecio. Se sentía ganadora en todos y cada uno de los aspectos...
... Pero ahora ella lloraba. Y lo hacía sola. Era real. Se asfixiaba. Sus recuerdos eran como un camión de paja mal tapado siendo acariciado por un viento audaz que lo desvanecía todo y lo esparcía por cada una de las esquinas de su castigada memoria.
Intentaba respirar... Nada.
Las horas se suicidaban en aquella habitación.
Tuvo la vida que quiso pero no la que pudo. Quiso poder tenerla, pero se le hizo tarde. La vida es un reloj perfectamente sincronizado para enseñarte la felicidad cuando no la puedes coger y hacerte llegar tarde a cada una de tus citas importantes. Ella escogió un camino sin él... Y descubrió tarde que sin él, ese camino no llevaba donde realmente creía.
Nadie la miró jamás como lo hizo él.
Se volvió a mirar al espejo y se alzó de nuevo sobre sus pies...
... Pero ahora ella lloraba. Intentó mantenerse cuanto pudo. Las fuerzas le fallaron y volvió a besar el suelo. Se cortó con un cristal que ella había dejado huérfano, y mientras miraba la herida, su mente hizo el resto.
Olvidó a muchos hombres.
Nunca soñaba con algunos.
No recordaba a tres... Y ahora, solo necesitaba a uno.
PD: Agradecimiento a Rafa Sastre por sus buenas palabras siempre y por tener el detalle de invitarme a escribir en esta comunidad. Mención también para Amparo por su mail tan explicativo y conciso que lo ha hecho todo más fácil y rápido.
Muchas gracias.
Imagen bajo licencia "CC. By Nc Sa" cortesía de Spejoblanconegro
Bienvenido a este blog de amigos, Eric. Has entrado por la puerta grande, porque grande es el texto que nos compartes. Felicitaciones por tu enorme microrrelato que convierte tu presentación en una fiesta literaria. Y gracias a ti por permitirnos acercarnos a tu obra, que estoy seguro va a encantar a todxs lxs compañeroxs.
ResponderEliminarMil gracias Rafa, esas buenas palabras siempre... ;)
EliminarDe acuerdo con Rafa, me ha parecido un gran relato en todos los sentidos. Bienvenido, Eric.
ResponderEliminarGracias Amparo, pero algunas sabéis escribir bien hasta en los mail, así que tu opinión es muy positiva para mí.
EliminarPreciosas palabras y terrible realidad. Enhorabuena!!
ResponderEliminarTerrible realidad Malén, ese quizás habría sido mejor título que maldita desde luego.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Excelente relato. Bienvenido a VE, Eric.
ResponderEliminarGracias Lucrecia, en un placer.
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