martes, 10 de septiembre de 2013

Contradicciones



Acabó de leer la última página de su novela y se quitó las gafas henchido de satisfacción. Estaba completamente enamorado de ella, de cada capítulo, de cada página, de cada metáfora. No sabía qué dirían los editores pero no le importaba, él había conseguido su objetivo y le daba igual convertirse en un autor incomprendido o maldito. Ya sabía que el éxito es, la mayoría de las veces, más fácil para los mediocres. Solo tenía que recordar las ventas millonarias de las Cincuenta sombras de Grey, la vomitiva novela de James, que ya amenazaba con convertirse en la película más vista de la historia del cine. Encendió un cigarrillo y dejó volar su imaginación con las notas de Bach que salían de su equipo de música. Se vio rechazado por las principales editoriales, arruinado, desesperado y lleno de orgullo al mismo tiempo. Se imagino  colgado de una lámpara mientras su libro era considerado, por los ambientes intelectuales, como uno de los mejores de la década. El sonido del teléfono interrumpió sus ensoñaciones:

- ¿Sí?
- ¿Aurelio Martínez?
- Soy yo.
- Le llamo de la consulta del doctor Alapont. Es para recordarle su cita de mañana a las 16:00 horas.
- Gracias, allí estaré.

Qué fastidio, le tocaría ocultarle al psiquiatra sus fantasías de suicida si no quería un aumento de la maldita medicación.

7 comentarios:

  1. Con lo bien que te lo pasas pensando en suicidarte... Ja ja ja. Muy bueno, Lu. "En un tres i no rés" como decimos por aquí, has montado un micro muy chulo. Enhorabuena.

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  2. No tengo ni idea de quien es el tal Grey, que tan nombrado está últimamente, pero si que me encantaría leer esa novela de Aurelio cargada de romanticismo mediterráneo (latino) más nuestro y más autentico.
    Me gustó tu micro, Lucrecia. Enhorabuena... No se lo contemos al psiquiatra.

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  3. Suicidarse... lo último! Escribir, escribir y escribir. Esa es la mejor terapia. Muy bien Lu, no pares...

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  4. Opino como Amparo, lo mejor, antes que la química o cualquier otra decisión escribir y escribir. Corrige un acento que se te olvidó por ahí... en... Se imaginó. Besos. ¿Podemos corregirnos ahora? Lo he dicho sin preguntar, disculpa.

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  5. ¡Menuda imaginación Lu! Aunque no tengamos inclinaciones suicidas sí deseos de escribir.

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