- ¡Ah, qué susto me has dado, con lo que me ha costado dormirme!
- ¿Tú crees que estás despierta? ¿Por qué nos pensaste?
- Ya estamos… No pude evitarlo.
- Eso no es excusa.
- Me has preguntado y he contestado, no pretendo disculparme.
- Nos dejaste inacabados, apenas esbozados…
- Lo sé…
- ¿Y ahora qué?
- Estoy en ello. Si dejáis de atormentarme, en cualquier momento…
- Ya. Últimamente, todas las noches dices lo mismo.
- No ayudáis mucho, la verdad, aparecéis y desaparecéis lanzando reproches.
- Yo soy una anciana loca que da de comer a las palomas, mi historia ya está trazada, pero al niño del perchero mágico lo dejaste ahí, esperando.
- Me atasqué... Y, en absoluto eres una anciana loca, eres una mujer sabia, tal vez un poco excéntrica… Lo lamento por el niño, se quedó junto al perchero, colgando y descolgando abrigos, esperando a que su madre terminara en su consulta, pero… ¿qué hace aquí el viejo del ascensor? Ya conté su experiencia, porqué visitaba a su hermana, su entereza.
- Sabes perfectamente que lo construiste de cartón piedra, hierático, como un monigote.
- Es que es así como lo vi, cargaba con todos sus años como si su piel fuera un grueso saco lleno de piedras, apoyado en el quicio de la puerta parecía como si sostuviera la pared para que no le cayera encima, si ocurriera un derrumbe, seguro se salvaría y los cascotes se sumarían a sus calladas penas, igual que sobrevivió al fatídico viaje que selló el dolor de su mujer cuando acudía al entierro de su hijo.
- Ah, pues haberlo escrito, aún estás a tiempo, termínalo.
- Lo perdí.
- ¿El qué perdiste?
- El relato, ese, el tuyo, el del niño, el del vampiro encuestador del Centro de Investigaciones Sociológicas, ese, ese si que me da miedo.
- Vaya peligro, tan frío...
- Se puede enfadar mucho… y, lo peor, es que no lo demuestra… y cuando menos te lo esperas, ¡zas! mordisco a la yugular. ¿Seguro que no está con vosotros?
- No.
- ¡Sabes algo!, has contestado muy rápido.
- De verdad que no lo he visto. Igual está con el enanito.
- Ojalá, quizás comen perdices. El enanito era muy borde... y muy refinado, así mantendrán a raya, definitivamente, a los timoratos vecinos… andarán todos escondidos en sus casas colgando ristras de ajos en puertas y ventanas…
- ¿Y tú?
- ¿Yo qué?
- ¿Con qué lo ahuyentarás?
- ¿A quién?
- Tú sabrás…
- Más bien sería con qué atraerla…
- Ah, eres una terca, estás esperando la dichosa inspiración…, mira para qué te sirve, para que vaguemos en el limbo desdibujados, como fantasmas. Menos impulsividad y más técnica, constancia, orden y paciencia.
- Lo sé, por eso no me pongo excusas, pero no me gusta que me digan lo que tengo que hacer y, menos, sobre qué tengo que escribir.
- Mientras no nos abandones.
- Nunca.
- De acuerdo, hasta mañana.
- Buenas noches, que descanséis. A ver si duermo un rato más.
Bueno, es un experimento en diálogo, se aceptan sugerencias y correcciones. Saludos¡¡
ResponderEliminarTendré que releerlo muy a fondo para buscar algún nímio error. Es excelente el ritmo de diálogo. La historia se entiende perfectamente y eso que podría llegar a ser confusa. Tiene chispa y las referencias a esos relatos le da profundidad, ese contar más de lo que se escribe.
ResponderEliminarVenga tras rebuscar te mando una sugerencia para la frase "Ya conté su experiencia, porqué visitaba a su hermana, su entereza." por "Ya conté su experiencia: el porqué de sus visitas a su hermana."
Un abrazo
Gracias David, son apuntes de tres relatos inacabados que tenían su 'aquel', el apunte que realizas es correcto, salvo que la visita era única, en muchos años, trataré de rememorarlo y reescribirlo, aunque es una historia real un poco triste. Abrazos.
EliminarAsun, tu relato refleja muy bien las inquietudes de quienes escribimos. Muchos de nuestros personajes se nos aparecen en sueños o en los duermevelas que comentas y el dejar inacabados u olvidados muchos proyectos pienso que es lo más normal del mundo. Un planteamiento muy original. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarGracias Rafa, es una satisfacción dejar una historia bien cerrada, por un momento me he resarcido de la nostalgia de algunos personajes que andaban errantes. Un abrazo.
EliminarHola Asun! No encuentro ningún defecto en los diálogos. El título del relato ya lo dice todo y, como dice Rafa, el planteamiento es muy original. Un buen ejercicio para la memoria del escritor es dejar a esos personajes "inacabados" en un relato que siempre puedes volver a retomar. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias Amparo, habrá que hacerle hueco al necesario orden. Abrazos¡¡
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