Una noche más, una de tantas, se hace un poco tarde para
cenar. No hay forma de adecuar el momento de la mesa a una hora apropiada y lógica. Ya no
tiene remedio.
De pronto el silencio ¿habrá pasado un ángel? Nada es eterno
ni siquiera el silencio, apenas unos segundos y la magia desaparece… alguien
enciende el televisor.
- Joder que ya empezó y no me lo quiero perder – no recuerdo
quien lo dijo, da igual, necesito levantarme de la mesa ya (mi abuela hubiera
dicho: te pica el culo o que).
Hoy me toca recoger. ¡Bien!.
Me refugio en los cuatro platos que se apilan ante mí. Viva
el Fairy. Se escuchan discusiones, alguna pequeña bronca, nada importante. Una
frase suelta se cuela desde la otra habitación: - Esto es una maquina de hacer
feliz a la gente -. Contradicción pienso yo. Termino la pequeña tarea… joder es
demasiado pronto, necesito una excusa. Me siento en mi mesa y comienzo a
escribir… ya no necesito excusa, ya no. Soy feliz.
Mientras en la otra habitación termina por fin Gran Hermano.
Uf.
Muy bien Foixos. Lavar platos es reconfortante. Una tarea sencilla que te evade unos instantes. Plasmas muy bien la soledad de quien tiene inquietudes "raras" para esta sociedad de alto consumo.
ResponderEliminarReca, yo también hace tiempo que repudié a ese maldito aparato de lavar mentes. Celebro que seas uno de los nuestros. Un abrazo.
ResponderEliminarEscribir es cierto que es la válvula de escape cuando no nos gusta lo que nos rodea. Muy Bien!!
ResponderEliminarGran qué?... ¿que es eso? Haces bien Reca en refugiarte en la escritura, es más, es tu obligación para que podamos continuar leyéndote, lo otro es tortura psicológica, como no pueden usar Fairy...
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