Ella no sabía en qué punto se encontraba su relación con
Fran. Pensaba que era amistad; una buena amistad. Se sentía querida por él,
segura a su lado. Él la tomaba del hombro o de la cintura cuando paseaban juntos
y ella hacía lo mismo con él. Jamás habían intentado cualquier otro tipo de
aproximación física, aparte de los típicos besos en las mejillas cuando se
encontraban o se despedían.
Durante uno de esos paseos, Fran se detuvo en el escaparte de
una selecta tienda de lencería; ella no se lo esperaba, se sorprendió. Suavemente,
la empujó a entrar con su brazo, ella no
se resistió. De los percheros colgaban prendas de seda, encaje y exquisita organza.
Sugerentes juegos de noche de trasparencias y chantillís con detalles de
finísimas plumas de avestruz que ambos acariciaban con delicadeza ante la
mirada de la dependienta, silenciosa y discreta.
Ella se fijó en un deshabillé color negro, él se lo arrebató
de las manos sin mediar palabra y le dijo a la dependienta que lo envolviera
para regalo. Cuando salieron de la tienda, se miraron a los ojos, se besaron en
los labios con pasión, se abrazaron y rozaron con fogosidad y comprendieron que
habían atravesado la sutil frontera que marcaba su relación.
Tu relato también es muy sutil. Cómo dominas el vocabulario de la selecta lencería, me has dejado pasmada!! Un abrazo.
ResponderEliminarMalén, he pasado veinticinco años vendiendo ropa de todas las clases: cara y barata, más los años de mi infancia junto a mi madre que era modista, algo se me quedó ahí, entre las circunvalaciones que forman mi cerebro.
EliminarBsitos
La amistad que dio paso al amor. Un relato sugerente. Comparto con Malén mi asombro ante tu sabiduría. Abrazos.
ResponderEliminarJajjaja, gracias, Dori
EliminarBien por tus protas... Las ganas hacen milagros. Me gusta mucho la cadencia del relato y la timidez de ella (pienso que nos engaña y es la vergüenza la que habla).
ResponderEliminarUmmmm, muy vergonzoso el relato, como los protas, pero me gusta. Habrá que imaginar que vino después, jijijij
ResponderEliminarMuy bueno Amparo, vamos a ver si el poder de la palabra escrita hace que este relato salte a la realidad.
ResponderEliminarComparto la opinión de las compañeras y me has dejado gratamente sorprendida con lo que sabes en lencería.
ResponderEliminarGracias, chicas!!
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