Me dio a entender que
le gustaba la ropa sexy y acudí a la cita con un ceñido y sugerente vestido que no me dejaba ni respirar. Conseguí llegar, a duras penas, haciendo equilibrios sobre
unos tacones de aguja que me costaron un pastón. Odiaba el güisqui y para ponerme a tono con él, pedí una copa de cabernet. ¡Dios sabe que hice lo imposible para
que se lanzara sobre mí y me besara con pasión! Pedí otra copa y luego otra más. Quedía ahoda lanzadme yo...¡hip!.. y bezad ezoz labioz... ¡hip!...con doca pazión, pedo zacó el bodígrafo y ze puzo... el mu cabdón a dellenad la quiniela... ¡hip!
jajajajja, Amparo, lo mejor lo de la quiniela, jajajajjaja
ResponderEliminarQué bueno, pobrecilla!!
ResponderEliminarMuy bueno. Es que la quiniela es sagrada.
ResponderEliminarMuy potente el final. ¿Cómo es posible que existan hombres así?
ResponderEliminarGracias...a tod@s y que nadie nos oiga....pues existen....
ResponderEliminarAmparo, hay que ver, ¿conqué hombres quedas? jajajaja
ResponderEliminarEs broma. Humor y gracia para encarar un cuadro que a mí me sigue resultando difícil. No se me ocurre qué escribir a a partir de él.
No quedo con hombres, snifffffff!!!
EliminarPues sí, este señor es para mandarlo a la m… no sin antes darle un buen zapatazo con tacón de aguja… Muy divertido el micro. Un beso.
ResponderEliminar¡Gracias, Mer!
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