«No llego a comprender qué
hace escribiendo en esa cuartilla. Tan solo le he hecho una pregunta. Además,
una muy sencilla de responder. Un sí o un no sería suficiente para zanjar el
asunto. En cambio, él prefiere hacerse el interesante, siempre con esos aires
de seudointelectual. Creo que el éxito que obtuvo con su último relato se le ha
subido a la cabeza. Y sin restarle ningún mérito, sinceramente pienso que no es
para tanto. Al fin y al cabo, solo se trataba de un concursillo en uno de esos
blogs que atestan la red».
-Damián, te lo vuelvo a preguntar
una vez más: ¿Salimos a cenar?
Él la miró circunspecto,
adoptó la misma pose de trascendencia que ya usaba para afrontar casi todo, y volvió
a concentrarse en sus garabatos.
Geli, esto parece una indirecta muy directa contra los ganadores de los concursillos, pero en fin, te diré que me gusta aunque con aire circunspecto y trascendente.
ResponderEliminarMe tropiezo a menudo con "Damianes" que se creen el centro del mundo porque simplemente escriben o pintan cuadros, por poner un ejemplo. Es una crítica a los divos, los hay en todas partes. Espero no haber herido tu sensibilidad como reciente ganadora de un concurso. No me malinterpretes. Un abrazo, Lu.
EliminarQue no, que no, era broma.
EliminarEsos que se hacen los duros son los peores...Buen relato, Geli!
ResponderEliminarGracias, Amparo. Un abrazo.
EliminarA lo mejor es que se quedó sordo de repente...
ResponderEliminarA lo mejor, Rafa. Las interpretaciones pueden ser múltiples.
EliminarExisten personas que viven en un mundo diferente, en un mundo en el que las preguntas más sencillas se hacen una montaña... Paciencia con ellos!!!
ResponderEliminarMer, esos o esas tienen serios problemas para socilizarse, jijijiij.
EliminarSuele ocurrir cuando el centro del mundo es uno mismo y no parece que exista nada más allá de la propia nariz.
EliminarBuena, muy buena crítica a todos esos personajes tan trascendentales!!
ResponderEliminarGracias, Malén. Un abrazo
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