La
reina Blanca, harta de las estrictas reglas del juego de la corte, huyó una
noche aprovechando el silencio y la oscuridad del escenario. Salió a un mundo
que le pareció excepcional: lo primero que vio fue una hermosa luna llena
reflejada sobre un mar en completa calma. ¡Lo que me estaba perdiendo -se dijo-
siempre encerrada en aquel palacio! Anduvo por la playa hasta que el sueño la
venció y se quedó dormida en una barquichuela varada en la arena. La despertó
un sol radiante y las voces de unos pescadores que se acercaban. Tuvo tiempo de
esconderse tras una roca y se dio cuenta de que tenía que cambiar sus suntuosas
ropas si quería pasar desapercibida entre la gente. Se dirigió al pueblo donde
encontró a una mujer, de edad y forma similares a la suya, que estaba barriendo
la entrada de su casa. Esta se sorprendió mucho al verla toda vestida de blanco
y con una corona sobre su cabeza.
-Te ofrezco mi corona a cambio de tu
vestido y algo de comer, estoy hambrienta.
La
mujer no salía de su estupor pero le pareció una buena oferta. La invitó a
entrar en su casa y le sirvió un buen trozo de bizcocho y un tazón de leche. Después examinó la corona calculando
la cuantía de su buena fortuna. Le dio a la dama el mejor de sus vestidos y
escondió bien la joya temerosa de que alguien se la arrebatara.
La
reina salió de nuevo al mundo, con un vestido rojo veraniego y unas sandalias
del mismo color, dispuesta a conquistarlo. No fue fácil, probó variados oficios
y diversos estados y solo encontró la paz y el amor que buscaba en un hospital de Guinea Ecuatorial, ayudando
a los niños enfermos de malaria donde,
además, tuvo la fortuna de cruzar sus ojos con un abnegado médico del que se
enamoró profundamente.
Me gusta la historia de la reina y el ritmo que le has puesto; pero, Lu, ¿me he quedado con las ganas de saber qué pasó con la corona y la vecina del pueblo? ¿Se volvió reina? ¿La secuestraron? jijijijijiji Ya sabes que a Wiss siempre se le ocurren finales crueles...
ResponderEliminarLeocadia, que así se llamaba la buena mujer, vivió toda la vida feliz custodiando su corona y contemplándola, ya que no podía hacer nada con ella sin que llegara a los oídos del rey en cuyo caso habría pagado con su vida su buena acción.
EliminarMolaa, Leocadia entonces es como Golum, guardiana de su tesoro.
EliminarMuy buena la historia, Lu. A esta reina, el peso del poder y la riqueza le pudo. Por suerte, pudo escapar de esa vida y ser feliz. La pobre Leocadia toda la vida pendiente de que no la pillen con la corona.
ResponderEliminarWiss siempre con sus maldades. Con lo bonitos que son los finales felices.
Gracias, Rosa. ¡Feliz Navidad!
EliminarUna bonita historia Lu y con final feliz, además.Muy apropiada para estas fechas. También pueden ser buenos los finales felices, no todo ha de ser triste y oscuro...
ResponderEliminarGracias, Amparo.
EliminarNo hizo ningún mal negocio cambiando lujos por libertad y amor... Lo más importante. Feliz Navidad.
ResponderEliminarCierto, el mejor de los negocios posibles. ¡Feliz Navidad!
EliminarLos deseos se hicieron realidad para una reina que quiso cambiar una vida llena de estrictas reglas. Un hermoso cuento Lu, me ha gustado mucho el final.
ResponderEliminarGracias Fina. ¡Feliz Navidad! Un abrazo.
EliminarFinal feliz para la abdicación de la realeza!! Ojalá fuera tan fácil. Abrazos para ella y para ti.
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