Él era una de mis citas preferidas,
me daba poco trabajo y siempre aprendía algo nuevo, interesante. El trato lo
establecimos el primer día, nunca volvimos a hablar del tema. Yo le acompañaba,
simplemente tenía que permanecer a su lado en silencio, alegre e inspiradora.
Pedía siempre una botella de vino
y un solo vaso, escribía y escribía sin parar en papeles que luego, arrugaba y
guardaba en el bolsillo del pantalón.
Me limitaba a mirarle, hablábamos
poco, de vez en cuando decía alguna palabra en voz alta y yo, sonreía. Así, pasábamos
las horas acordadas un par de veces al mes…
Era uno de mis mejores clientes,
educado, bohemio, guapo y pagaba sin reproche al finalizar el servicio.
Joo, Mer, sin palabras me dejaste.
ResponderEliminarQué envidia, pues, hacer de figura decorativa!!
ResponderEliminarSeguramente tu personaje desearía que todos sus clientes fuesen como este. Me ha gustado, Mer.
ResponderEliminarBuen trabajo... hacía de musa del escritor...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Mer.
Muy original esa trabajadora de la calle, que encuentra un cliente tan generoso e importante.
ResponderEliminarAbrazos.
La prosti reconvertida en musa... Original y muy bien escrito.
ResponderEliminarUn texto sencillo, directo, con las palabras justas. Me gusta, Mer.
ResponderEliminarSi una pequeña foto produce tal inspiración, qué no haría un@ mus@ real o imaginari@??
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