lunes, 28 de enero de 2013

Vida y muerte de Fulano


Nunca tuvo reparos en asegurar que no tenía miedo a morir porque había leído varios libros que recopilaban estudios médicos sobre experiencias cercanas a la muerte y demostraban, con poco espacio para la duda, que existía otra vida tras el bastidor del último suspiro. Y cada vez que lo mencionaba en sus conversaciones, ninguno de los presentes –muchos de ellos personas que eran (en apariencia y al contrario de él) sumamente fieles a su religión y consumados practicantes- podía dejar de ocultar expresiones de asombro e incredulidad, eso cuando no iniciaban una airada discusión sobre lo absurdo e irracional de sus argumentos, que por otra parte y como ya hemos mencionado no eran suyos, sino de reconocidos científicos.

Pero pasó el tiempo y tanto él como las personas a las que conocía fueron creciendo en años, en canas (las que podían permitirse ese lujo) y en dolencias. Y entonces algunos de los que se acordaban de sus palabras se atrevían a pensar o comentar “A lo mejor Fulano tenía razón…”, sin acabar de comprender, y perdónenme ustedes la reiteración, que Fulano únicamente se había limitado a exponer hipótesis de otros, conclusiones basadas en métodos de investigación empírico-analíticos.

A Fulano lo enterraron ayer. En su sepelio todavía hubo alguien que apostilló: “Pobrecillo, qué chasco se habrá llevado”.

3 comentarios:

  1. Ilustre este fulano, ni tiempo habré tenido de llevarse un chasco. Muy bueno, Rafa, como siempre.

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  2. "O no", podría apostillar Fulano, desde su más allá, jajaja. Muy buen relato Rafa, tratando con humor semejante tema.

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