Cuando se miraba en el espejo no
le gustaba lo que veía, le costaba reconocerse en aquella imagen. No podía aceptar el transcurso del tiempo. No quería parecerse a la persona a quien se
le descolgaba el mentón y que cada día tenía las mejillas más caídas. Había
probado todas las cremas y tratamientos sencillos sin éxito. Aquel día le dio
por hacer carusas y al poco ya se increpaba:
-¡Que no me gustas! Te quiero tersa
y sonriente.
Entonces fue cuando la imagen, disgustada con la cotidiana retahíla, le replicó:
-¡Pues si crees que a mí me encandila estar aquí adentro, vas lista! Al menos tú sales y entras, te mueves y
observas, habitas la vida. Te propongo que cambiemos nuestros roles a ver cómo
te sientes.
Y dicho y hecho. Alicia aceptó.
La imagen salió
y nunca regresó a mirarse en el espejo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy gracioso....
ResponderEliminarMuy bueno, Maga.
ResponderEliminarMe he equivocado. ¡Muy chulo, Maga!
ResponderEliminarCuando Alicia entra a jugar..la imaginacón vuela!!
ResponderEliminarBreve y original