Mi
madre tenía una colección de zapatos muy ordenada en un armario dedicado solo a
ellos. Cuando yo era pequeño solía sentarme delante de él con las puertas
abiertas y me pasaba horas contemplándolos. Conocía cada par con todos sus detalles
y cuando la oía caminar por el pasillo sabía exactamente cuales se había puesto
ese día y de qué humor se encontraba.
Así
mi vocación en la vida comenzó a una edad muy temprana y a los treinta años
tenía una tienda de calzado femenino selecto en el mejor barrio de la ciudad.
Acudía a ella la flor y la nata de la sociedad madrileña y de otras partes de
España e incluso del extranjero que llegaban a ella atraídos por mis hermosos
modelos siempre a la última moda. Yo atendía personalmente el negocio aunque
contaba con tres empleados más para cubrir debidamente todas las necesidades.
No
había para mí placer más exquisito que sentarme en un escabel a los pies de una
dama y ayudarla a probarse algún delicioso par que yo le había aconsejado
observando su cuerpo y su personalidad.
Llevaba
un archivo minucioso de mis clientas en el que figuraba una ficha con un
nombre, una foto de su rostro, otra de cuerpo entero, otra de su pie desnudo y,
finalmente, una con el zapato que me había comprado.
Olvidé
decir que uno de mis empleados era un experto fotógrafo que trabajaba con gran
delicadeza tras una pared de la tienda a través de un estratégico orificio muy
bien disimulado.
¡Caramba! Esto sí que es amar el negocio y con esa ficha de clientes... Muy bien contado, Lu.
ResponderEliminarGracias, Amparo. Un beso.
ResponderEliminarInquietante el relato... Vamos a suponer que en los comercios tienen la manía de hacer fotos a los clientes... Con la de comentarios grotescos que hacemos en los probadores...ja,ja
ResponderEliminarCierto, Mer. Gracias por tu comentario.
EliminarAunque tendrían que poner grabadoras también.
EliminarAmor a la profesión, en una palabra. La prota de mi historia estaría encantada del trato que le daría el tuyo. Son complementarios!! Ahora que ya no sé yo si lo de la foto en el momento crítico le gustaría tanto!! Ay qué risa!!
ResponderEliminarMujer, ella no se enteraría.
EliminarMe ha gustado eso del orificio estratégico...
ResponderEliminarJa, ja, ja...
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