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Mi hermana y yo, fuimos a casa de María a recoger sus cosas.
Éramos sus únicas parientes.
Abrir la puerta y su ausencia me provocaron un nudo en la garganta. Aquel
lugar, tan conocido por mi y rebosante de vida, ahora me resultaba
especialmente doloroso.
Al principio nos costó. Íbamos en silencio sin apenas atrevernos
a tocar nada.
Todos los objetos tenían
su impronta y era un sacrilegio deshacer
aquello.
Nos sentamos en un sofá y
abrimos una caja de cartón. Estaba llena de fotografías, y entre todas
ellas, una muy especial. Una señora se probaba un zapato, ante la mirada atenta
de un dependiente. Siendo niñas, Maria nos contó, que era una fotografía de su
madre. Un reportero de modas la había hecho en una tienda famosa de Madrid.
Además, su madre que era de muy buena familia, disponía de chófer, servicio y
modista.
Nos sentábamos a escuchar y no dábamos crédito al lujo que
ella nos narraba. De vez en cuando, nos contaba cosas increíbles de aquel tiempo.
Un día, a raíz de su enfermedad y por casualidad,
descubrimos que María había nacido poco
antes de la guerra, en un convento de un pueblo muy pequeño. Nunca supo nada de
sus padres. Y desde muy jovencita, mis
abuelos la tenían en su casa, ayudando
con todo. Lo mismo de niñera como de cocinera. Lavandera o zurcidora.
Había vivido aferrada a aquella fotografía y con todo su
recuerdo decidimos conservarla.
Me ha gustado mucho, Asun. Sigue escribiendo.
ResponderEliminarMuy nostálgico, sigue, sigue...
ResponderEliminarLas fotografías...¡Qué recuerdos! Me alegra tu vuelta al blog... Espero que continúes escribiendo.
ResponderEliminarahora sólo escribo bajo presión....Luuuu
ResponderEliminarUn abrazo a todas.Cuando pienso en vosotras me imagino a las 3 hadas madrinas Disney de Cenicienta.Os acordais?
Un abrazo