lunes, 7 de enero de 2013

SIN PRECIO


Creía que había nacido con esa lacra, no sabía cómo llamarla, pero estaba convencida, desde que tenía uso de razón,  de  que se trataba de  una enfermedad. Todo se iniciaba cuando la descalzaban cuidadosamente y a partir del momento en que sentía unas manos ajenas en sus extremidades inferiores, se instalaba en el séptimo cielo y se dejaba envolver por una estela mágica y placentera, que luego sería incapaz de describir. El solícito empleado la tomaba del pie cuidadosamente y se lo colocaba en una piel suave y cálida, que la acogía por completo. Después hacía lo mismo con el otro, para que comprobara cómo le sentaban ambos. Tómese su tiempo -le comentaba el vendedor, mientras le situaba un espejo a nivel del suelo-. Pero ella ya no se podía levantar ni tenía palabras. El clímax había ido ascendiendo por su cuerpo hasta llegar a sus mejillas y ruborizarla. A veces, la tenían que sacar de su éxtasis con un vaso de agua o un frasquito de sales que llevaba en el bolso. Se despedía balbuciendo una torpe excusa acerca de su indisposición y salía del establecimiento a la búsqueda de más novedades de tafilete.

4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho, Maga, ¿pero iba de zapatería en zapatería?

    ResponderEliminar
  2. Bueno, si ella encontraba el placer probándose solo, no hacía falta que se los comprara, por lo tanto podía ir de zapatería en zapatería... Original micro, Malén.

    ResponderEliminar
  3. Qué divertido..."tómese su tiempo"...y mientras tanto alucinando.Y lo mejor,el frasco de sales.A veces,las fotografías antiguas,nos traen un vocabulario perdido en el tiempo.Recuperamos sin darnos cuenta,objetos y expresiones de mucho atrás.
    Bonito Magda.Bonito.

    ResponderEliminar